Croacia tenía menos de siete años como nación independiente cuando comenzó Francia 98.
El hecho de que este país incipiente y, en aquel momento, devastado por la guerra, de sólo cuatro millones de habitantes, estuviera representado en la escena mundial era suficientemente impresionante. Pero el equipo de las camisetas a cuadros rojas y blancas tenía mayores ambiciones que la simple participación.
Sabían que, con jugadores de la talla de Znonimir Boban, Robert Prosinecki y Davor Suker, contaban con algunos de los más talentosos del torneo. Y lo demostraron al eliminar a Jamaica, a Japón y a la Rumanía de Gheorghe Hagi en su camino hacia un inolvidable encuentro de cuartos de final con Alemania.
Pocos los creían capaces de desafiar a los tricampeones. Nadie preveía que los Vatreni infligirían la mayor derrota de Alemania en la Copa Mundial en cuatro décadas, al marcar tres goles sin respuesta. «Ese», dijo Boban, «fue el partido de nuestras vidas».
En las semifinales, Croacia se vio superada por un insólito doblete de Lilian Thuram, pero acabó ganando el bronce al vencer a una selección holandesa repleta de estrellas en la eliminatoria por el tercer puesto.
«Hemos hecho historia», dijo Suker, que regresó a casa con la Bota de Oro adidas tras una campaña de seis goles. «Quedar tercero fue increíble para un país con cuatro millones de habitantes que sufrió tanto en la guerra».
Con información de FIFA.