Por: Diego Morales
Twitter: @diegostress
Y tomaste mi mano lleno de emoción porque sería la primera vez que siendo niño me llevarías a ver un partido de fútbol al estadio y enseñarme esa pasión por los colores que te apasionaban. La tomaste fuertemente pues apenas era un crío y te daba temor que gente inescrupulosa me pudiera hacer daño.
Nos acercábamos lentamente pues con mis pequeños pasos no era mayor el avance pero fuiste paciente, como lo has sido tantas veces con mis aciertos y errores, y veíamos como muchos comerciantes se nos acercaban a ofrecer sus atractivas mercancías.
Y llegamos, y con el sudor de tu frente, sacaste tembloroso un billete de tu bolsillo pero a la vez sonreíste al taquillero pues te llenaba de júbilo compartir ese momento con tu retoño.
Estando dentro del coloso al ser un niño se me antojaban tantas cosas: golosinas, chucherías, entre otras tantas cuestiones, sin embargo me decanté por una bandera, y tú, entre angustia y alegría, pues no sabías si eso te desajustaría tu quincena, sin embargo pudo más tu amor y te quitaste el pan de la boca por ver una sonrisa en mi rostro, y como sabrás es una bandera que aún guardo en mi recámara, aunque con muchas menos estrellas de campeonatos que eran las que tenía el equipo de nuestros amores en aquel momento.
Y rodó el balón, y tu cara lo decía todo: era un momento de explosión de felicidad pues padre e hijo se unían por primera vez para compartir una pasión que los uniría toda la vida, y aún en la muerte. Los papelitos volaban por los aires, el bombo retumbaba en nuestros oídos, y al ritmo de los cantos tu brincabas conmigo en tus brazos.
Pero faltaba el momento de máxima alegría, el cual no tardó en llegar, se hizo presente el invitado principal de la fiesta: el señor gol y en cuanto el balón besó las redes tu hiciste lo mismo con mi mejilla y con la camiseta que portaba esos colores amados.
Jamás olvidaré ese día, tómame, tómame de la mano nuevamente e iniciemos nuevos caminos, como lo hiciste aquel día. Porque aunque hoy sea un adulto te sigo admirando con la misma fuerza con la que lo hacía cuando niño, y sí, te seguiré viendo hacia arriba porque siempre eres y serás mi ejemplo a seguir. Un beso papá.