La final de México 86, presenciada por 114 mil 600 espectadores, sigue siendo el partido decisivo con mayor asistencia de la historia de la Copa Mundial de la FIFA. Y sea cual sea el equipo al que animaban, nadie en esa multitud colosal podría haberse ido a casa decepcionado con el espectáculo ofrecido.
Por un momento, parecía que Argentina, con un 2-0 a favor a falta de un cuarto de hora para el final del partido, iba a ganar. «Pensábamos que no iban a remontar [tras nuestro segundo gol]», recordó Jorge Burruchaga, el ganador del partido. «Pero [el seleccionador argentino, Carlos] Bilardo siempre nos dijo que mientras los jugadores alemanes tuvieran aliento en el cuerpo, seguirían luchando. Y tenía razón».
A los seis minutos, Alemania Occidental estaba empatada. Como es sabido, Bilardo se negó más tarde a celebrar la victoria de Argentina -incluso se negó a tocar el trofeo- porque los dos goles alemanes se habían originado en jugadas a balón parado. «Marcaron en dos córners… ¡Me sentí morir!», dijo a la FIFA en 2016.
Pero fue cuando se encajó el segundo de estos goles descuidados, con Bilardo echando humo y las miradas acusadoras de los que les rodeaban, cuando Burruchaga se dirigió a Diego Maradona. ¿Sus palabras? «Bien, vamos a ganar esto».
Y eso fue lo que hicieron: tres minutos más tarde, un pase de Maradona para que Burruchaga marcara el gol que definiría su carrera. «Diego me dijo después que no me había escuchado, lo cual es muy posible. Jugaba como si tuviera ojos en la nuca», reflexionó más tarde el goleador.
A Burruchaga le quedaba mucho trabajo por hacer, y mucho terreno por recorrer. Habría sido fácil para él flaquear en el calor sofocante del Azteca, o perder los nervios cuando el gol -y el intimidante Harald Schumacher- se acercaban.
Sin embargo, una carrera que describió como «la más larga y emocionante de mi vida» terminó en la gloria.
Con información de la FIFA.