
El Manchester City es otra cosa. Un equipo que toca con paciencia ahora y se desata después, que sabe llevar el ritmo de cualquier partido a su conveniencia y que acaba por arrollar al rival cuando menos se lo espera. Es lo que le hizo al Bayern, que pasó en un abrir y cerrar de ojos de confiar en el empate a encajar un 3-0 que, casi, le deja fuera de la Champions.
