El Real Madrid se impuso 2-0 al Celta de Vigo, en el Santiago Bernabéu, con goles de Isco y Bale, como primer paso de la reconstrucción en la segunda era de Zinedine Zidane.
La primera decisión de Zidane fue recuperar a los jugadores con los que tocó el cielo futbolístico. Revolucionó la portería con cambio de rol entre Courtois y Keylor Navas, ignoró el aspecto físico, priorizando el anímico, con dos jugadores desmoralizados como Marcelo e Isco.
El Celta se jugaba mucho en un estadio que resucita equipos. Inició el duelo perdiendo a Juncá y recomponiendo su zaga Escribá. Sin sufrimientos, apenas un centro peligroso de Marcelo, hasta que se fue haciendo con el balón. Posesión estéril pero cómodo. Poca profundidad, pero cuando llegó probó el estado de Keylor.
Todo pasó por el desacierto de Maxi, quien ha perdido de golpe los goles que antes se le caían. Buscó la escuadra escorado y no la encontró. Al cuarto de hora hizo lucirse a Keylor con un testarazo a bocajarro que provocó una parada repleta de reflejos y rapidez de piernas del costarricense.
Un Real Madrid estático y sin alegría, que juega al pie, esperaba alguna acción individual para desequilibrar el duelo. Kroos lo intentó con un disparo lejano que acarició el larguero, Bale se estrelló con él con un zurdazo, y Ramos vio dentro un testarazo tras una saque de esquina. Fueron los avisos aislados.
El cambio en el segundo acto ya era cuestión de vergüenza. Llegó tras las palabras de vestuario de Zidane. No podían fallarle. Encerraron a un Celta superado y que de golpe fue consciente de su situación de emergencia en zona de descenso. Impreciso con el balón cuando pudo correr en algún contragolpe. Tapando agujeros ante la velocidad que adquirió el juego madridista cuando Asensio tiró de galones.
El VAR comenzó frenando al Real Madrid. Modric enganchó desde la frontal un rechace a la red que fue anulado por posición ilegal de Varane en la trayectoria del balón. Sirvió para terminar de despertar a un equipo que no puede haberse olvidado de jugar. La recuperación de autoestima de sus estrellas comenzó por Asensio. Nadie le puso freno y recuperó su imagen voraz en carrera, con el balón pegado en carrera elegante. Aguantó todas las entradas para acabar dejando el pase entre líneas a Benzema, quien vio el pase de gol a Isco. En su última acción sobre el campo renacía el malagueño.