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Desperdiciar o no el talento

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La vida es corta, deberíamos de poder sacarle todo el jugo, exprimirla hasta la última gota. Sin embargo se pasa tan rápido como chasquear los dedos, cuando sentimos tenemos medio siglo en nuestras espaldas y hemos cosechado poco, porque cultivamos mal o nada. El caso de los deportistas, sean o no de alto rendimiento es lo mismo, ellos son los responsables del camino que eligen, como diría Amado Nervo, arquitectos de su propio destino. Por cierto hay un excelente ensayo del mexicano Juan Villoro, autor de Dios es Redondo (recomendable libro de fútbol), sobre las exequias de Nervo, El Funeral como Extasis.

Aunque pareciera que hablaremos del desperdicio que para Marco Pappa provoca el lastre que carga por su reiterada indisciplina, por la foto que ilustra este artículo y la actualidad que provoca su comportamiento en Quetzaltenango, hay algunas analogías que se pueden extraer del mundo super millonario del tenis, con un personaje que atormentó las noches del Estado de Guerrero en 4 noches consecutivas en Acapulco, nos tuvo en vilo del miércoles al sábado. Inolvidable ha sido esta semana el paso de Nick Kyrgios por las playas de calor profundo y humedad asfixiante, como lo atestiguaban las playeras y pantalonetas empapadas de los jugadores, el australiano avanzó sobre Rafael Nadal, Stan Wawrinka, John Isner y Alexander Zverev, para ganar su 5to título de ATP, vencer a 3 Top 10 del mundo y establecerse como una presencia amenazante, que puede despertar en cualquier momento en el circuito del mejor tenis del mundo.

Pero él, al igual que miles o millones de seres humanos, es posible que tenga un talento que no explota a su máxima capacidad. Hoy le decía a Carolina Guillén, periodista de ESPN, quien por cierto llevó muy bien unas entrevistas amenazantes alrededor de un monstruo de mil cabezas humeantes que deseaban triturar al hijo de un griego y una malaya, luego de llevarse el torneo ATP 500, que su mayor triunfo había sido ante Nadal, no solo porque fue ante el número 2 del mundo y múltiple ganador de Grand Slams, sino porque había estado contra la pared, con match points en contra, con la mayor parte del público abucheándolo, parecía que era uno solo ante una legión entera de adversarios, pero se sobrepuso al monstruoso zurdo, al titán en el que se convierte un público que agrede con sus gritos al atleta, y a los demonios que seguramente circulan en su propia cabeza, como le ha pasado tantas veces durante su carrera. Se levantó cuando creímos que le desgarraban el alma, se acalambraba, el sudor se exacerbaba o su irreverente actitud sería de nuevo su enemigo enconado. Les ganó y a sus 23 años, debe estar en su mano, su físico, su mente, el convertirse en esa realidad que en la primera vez que enfrentó a Federer, Djokovic y Nadal los derrotó. El mismo ha dicho que prefiere jugar baloncesto que tenis, pero con la pelota de basquet no llegará nunca a la NBA, así amé a los Celtics más que a sí mismo. Cuánto trabajar para ser el mejor, por mucho talento que posea, el esfuerzo de los entrenamientos es lo único que podrá pagar con conquistas de Masters 1,000 o recompensas de Grand Slam. Su triunfo esta semana debería servir como catapulta, pero eso solo el futuro nos lo pintará.

Así pasamos al plano nacional, con nuestro Big Pappa, al que hace casi 7 años le dedicaban en Antorcha Revista esta página que ilustra la nota, se iba para Holanda, al Hereenven y pensábamos que era el clímax para el zurdo, el instante de mostrar de qué estaba hecho, recién formaba una familia, mostró en la MLS que había hecho lo suficiente para cruzar el charcón Atlántico y levar su embarcación a la competitiva Eredivisie, pero no pudo consolidarse allí, regresó a Estados Unidos, fue de uno a otro equipo y con toda una serie de casos de investigación judicial, recaló a sus raíces. Han pasado casi 3 años y sigue sin sentar cabeza, al igual que Kyrgios y como anticipaba Nervo, él mismo escribirá su historia, para bien o para mal. Esperamos que sea en un camino que aun le abra un destino de años dorados, porque aunque no queramos, la cama la tendemos nosotros todos los días, allí residen los sueños que solo nosotros haremos realidad o sepultaremos.

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