De jugador de ataque total a depredador de área. Esa es la metamorfosis que ha sufrido Cristiano esta temporada. Sus arrancadas poderosas desde la medular partiendo por la izquierda, en las que era capaz de dejar atrás con suficiencia a cualquier rival para luego matar al portero, son ya parte del pasado. Cristiano busca otro rol, el del delantero centro: de los doce goles que ha marcado esta temporada nueve fueron al primer toque (tres de penalti). Y todos desde dentro del área (cuatro, incluso, dentro del área pequeña), excepto el que le hizo al Levante desde la frontal.
Con 760 partidos oficiales en sus piernas a los 30 años (Messi ha jugado 597 con 28), Cristiano ha terminado buscando el refugio del área, donde tiene menos exigencia física y donde puede aprovechar su imponente remate. Ahí domina todos los registros. De los 325 tantos que ha marcado en el Madrid, 221 fueron con la derecha, 56 con la izquierda, 47 de cabeza y uno con el brazo (de rebote, al Athletic).
Un Cristiano menos poderoso en lo físico (aún así no hay descanso para él, con Benítez lo ha jugado todo) lleva doce goles en doce partidos. No baja el nivel aunque, eso sí, los ha marcado en cinco partidos. La pasada campaña, a estas alturas, llevaba 17 goles en 10 encuentros, la anterior 15 en nueve y la anterior 16 en nueve. Tampoco participa menos (14 pases por partido la pasada temporada, 16 esta; 13 regates por 13 esta y los mismos remates, siete). Pero este Cristiano es otro, uno que compite con el perfil de Lewandowski, Agüero o Cavani más que con el de los jugadores que se fabrican los goles.
