Detrás de la foto de Bárbara Morales sonriendo con la medalla de bronce panamericana, hay una historia de coraje y sentimientos. La destacada karateca guatemalteca, protagonista de nuestra entrevista semanal, abre su corazón y cuenta lo que vivió para poder subir al podio en Santiago 2023.
Arriba en el podio, entre las mejores del continente en la categoría -50 kg., vio la película de su vida resumida en segundos. Familia, madrugadas, esfuerzos, entrenos, lesiones y recuperaciones. Sonrió, lloró y sintió que todo valió la pena.
Además, esa medalla tenía una dedicatoria especial y era para su abuelita, Rosa Amalia, quien falleció hace unos meses. “Ella siempre estaba pendiente de mí, pese a que padecía demencia senil preguntaba si yo estaba de viaje o si había competido. Me veía y decía -tú eres la karateca-”, cuenta emocionada Bárbara.
También le pudo agradecer al resto de la familia por los ánimos y por ser parte fundamental de su “equipo de trabajo”. “Mi papás me llevaron desde el día uno y ahí siguen, apoyándome en todo”; confiesa.
Lejos de parar y solo contemplar su medalla, ella ya quiere empezar el plan del próximo ciclo olímpico. “Luego de los Juegos Panamericanos me quedé con ganas de más, quiero mejorar algunas cosas que me faltan y continuar”, afirma la atleta, de 23 años, con gran espíritu competitivo.
COSTÓ, PERO SE PUDO
El 2023 no empezó del todo bien para Bárbara, pues un par de lesiones la condicionaron en los eventos en los que compitió. Llegó junio y los Juegos Centroamericanos y del Caribe, conquistó el bronce, aunque ella misma reconoce que se quedó con la sensación que podía haber peleado por el oro. “Ya vendrá la revancha, sé que esa medalla podía ser mía”, recalca.
Luego de San Salvador 2023, estaba en la mira Santiago 2023 y sus primeros Panamericanos. En Lima 2019 se había quedado afuera por un combate. Pero aún debía clasificarse en un exigente campeonato continental donde tuvo que olvidar por un rato el dolor corporal. “Yo decía en mi mente, no puede ser, falta tan poco y otra lesión, pero me somaté el pecho y di lo mejor, sabía que tenía agarrar un cupo, no quería que me pasara lo de cuatro años atrás”, recuerda.
En todo este proceso ha sido clave el acompañamiento de sus compañeros de selección, su sensei Pavel Reyes, la Federación de Karate y la CDAG con la que ha contado con apoyo de psicólogos deportivos y nutricionista. “La vida de los deportistas es integral y hay que tener todas las herramientas cerca. La psicóloga de CDAG me ayudó mucho a visualizarme superando las lesiones”, reflexiona.
Y vaya si ella sabe que debe ser integral todo el proceso de los atletas, porque además de pararse en el tatami y competir, también es sensei y da clases a niños en la Federación. “Enseñando se aprende dice el dicho y es verdad, ha sido una muy bonita etapa compartir mi experiencia y también me obliga a ser mejor para demostrar con ejemplo real a mis alumnos”, comparte.
LOS INICIOS
“De niña era muy juguetona y mis papás pensaron en inscribirme en ballet porque esa actividad hacía mi hermana grande, pero no me aceptaron por ser muy pequeña. Me tocaba esperar en el carro dos o tres horas hasta que mi hermana saliera de sus clases, entonces decidieron llevarme a hacer un tour por las federaciones (risas) para ver qué deporte me gustaba más. Entré a karate, hice una prueba y me encantó”, rememora.
La familia ha sido su mejor equipo, como lo describió Bárbara párrafos arriba. Son oriundos de San Miguel Petapa y todos los días tenían que sortear el tráfico y las madrugadas para que sus hijos hicieran la actividad de su predilección. Su hermana mayor sigue destacando en el ballet y su hermano en el arte y la actuación.
Hace cuatro años decidieron dejar San Miguel Petapa y trasladarse a la zona 5 capitalina para ahorrarse tiempo.
EL CHIP COMPETITIVO
“De pequeña hacía karate porque me gustaba, pero no pasaba nada si ganaba o perdía. Fue hasta mi primer torneo internacional en México (2012), cuando me di cuenta que para ser competitiva había que dar el paso al alto rendimiento y eso significaba hacer cambios en mi vida”, recuerda.
También por esas fechas tuvo su primera gran lección de lo que sería representar a Guatemala para toda la vida. Su papá, la sentó y le dijo que no saldría del país solo a pasear, que si salía debía recordar que ella estaba ahí porque millones de guatemaltecos pagan sus impuestos y que ellos se debía.
“Mi papá me habló claro y me cayó la realidad que así es», reafirma Bárbara, quien para pasar a la selección mayor tuvo que cambiar su jornada de estudios de la mañana para la tarde, y así poder entrenar y no “descuidar los estudios”, como le encomendaron sus padres.
En lo académico también es una campeona, ya tiene la licenciatura en deportes y entre sus propósitos del 2024 está estudiar otra carrera.
EL KARATE COMO LA VIDA
Para nuestra protagonista de esta semana, el deporte es el espejo de la vida misma, pues cree que los aprendizajes sobre el tatami también funcionan en todos los aspectos como ser humana. “Caer, levantarse, confianza en uno mismo, arriesgarse y esforzarse”, dice.
“Entendí que el cuerpo es mi herramienta principal y debo cuidarlo. Descansar, comer bien e hidratarme. Voy a fiestas, pero a muy pocas, porque al otro día resiento los desvelos (risas)”, añade.
Sobre el karate mismo, le preguntamos qué significaba para ella y esto respondió: “Constancia, disciplina, respeto, honor y amabilidad. Todos esos valores son parte de un estilo de vida, no solo en el tatami sino también en la calle. Uno adquiere responsabilidades y aprende a luchar por los objetivos trazados».
Nombre completo: Barbara Michelle Morales Chávez
Fecha de nacimiento: 19 de febrero de 1998
Medallas en el ciclo olímpico: Plata en los Juegos Centroamericanos Managua 2017; bronce en los los Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2023 y bronce en Juegos Panamericanos Santiago 2023. Además medallista de oro en Juegos Bolivarianos, Valledupar 2022.