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Fútbol Internacional

Argentina se enfrenta al deseo de 18 millones de chilenos

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Desde Alexis Sánchez al último taxista de Santiago, desde Michelle Bachelet al esquilador más despistado de Punta Arenas, desde Isabel Allende a cualquier minero de Arica, todo Chile, de norte a sur, de este a oeste, sueña con ser campeón de la Copa América por primera vez en su historia en casa y ante su gente. Hace un mes que los chilenos no hablan de otra cosa. La Roja lo copa todo. Sobre todo tras meterse en una final 28 años después y saber que su rival será Argentina, la Argentina subcampeona del mundo, la de Martino y Messi.

El Estadio Nacional, que llegó a ser centro de detención durante la dictadura de Pinochet, albergará esta vez las ilusiones de los 46.000 chilenos que lo abarroten (sólo 2.000 argentinos tienen entrada), además de los 18 millones restantes que también alentarán desde fuera, en cada rincón del país en el que se junten. Jamás ganó un título Chile y la sensación es generalizada: ahora o nunca. Cuatro veces perdió antes la final, incluidas generaciones brillantes que quedarían en segundo plano ante esta de Bravo, Medel, Vidal o Alexis si es que de una vez alcanza el título. Sampaoli, un técnico argentino que siguió el camino de Bielsa en su país y también en la selección vecina, tendrá nuevamente la ausencia del antideportivo Jara, cuyo lugar ocupará Silva. Otra novedad puede ser Beausejour como lateral izquierdo, sobre todo pensando en la marca sobre Messi.

Argentina llega a la final tras solventar de un plumazo ante Paraguay sus problemas de cara a portería. Los seis goles que hizo a los guaraníes parecen afinar una orquesta en la que curiosamente Messi es más director que primer violín. Un gol —de penalti— y tres asistencias es su extraño bagaje hasta ahora. En realidad Martino sólo ha tocado lo imprescindible con respecto al equipo de Sabella que cogió tras el Mundial, pero lo ha hecho con maestría.

Claves. Las apuestas por Otamendi y Pastore, que ni siquiera estuvieron en Brasil, le dan empaque y juego, mientras que Agüero en vez de Higuaín le otorga fiabilidad. Incluso la obcecación por Di María tras su mal año ha resultado un éxito.

Los argentinos también tendrán el peso de la historia como mayor rival de esta noche. Hace 22 años, desde la Copa América de 1993, que no ganan un título en categoría absoluta, pues los JJ OO conquistados no tienen esa consideración al ser Sub-23. Sus dos últimas finales continentales, en 2003 y 2007, acabaron en derrota frente a Brasil, igual que sucedió con Alemania el año pasado en Maracaná en el Mundial. Ninguno de los muchos buenos jugadores que pasaron por la albiceleste en estos años pudo levantar un título que hoy se les presenta cercano a los actuales componentes de la selección.

Garay o Demichelis es la única carta que se guarda Martino, consecuencia de la gastroenteritis que impidió jugar la semifinal al del Zenit y que le ha hecho perder unos kilos muy necesarios para un partido de tanta trascendencia como el de hoy. Argentina juega contra once futbolistas, 22 convocados, 46.000 espectadores y 18 millones de chilenos. No es un partido más. Es el que decide cuál de los dos es el mejor de Sudamérica, si el que no lo fue nunca o el que lleva 22 años sin serlo. El balón dirá.

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