Cristiano Ronaldo ha sido un prolífico goleador y fuerza dominante en las ligas de Inglaterra, España e Italia en el transcurso de su ilustre carrera. ¿Cómo se ha alterado su estilo de juego, a medida que ha alcanzado diversos éxitos con Manchester United, Real Madrid y Juventus? Gab Marcotti ahondó en los datos.
Nota: Las estadísticas y datos con promedios por 90 minutos fueron suministrados por Opta y StatsBomb, basándose en partidos disputados antes del receso obligado por la pandemia del coronavirus en todo el fútbol europeo, a partir de marzo pasado.
Sus primeros años (2002-06)
Cristiano Ronaldo hizo su debut profesional a los 17 años, vistiendo la camiseta del Sporting de Lisboa, ingresando después del descanso en una derrota sufrida en condición de local a manos del Partizan en un compromiso de Copa UEFA. Podíamos ver que el joven jugador aún no se encontraba completamente desarrollado en lo físico: era alto y delgado, con una holgada camiseta y no solo porque ese era el estilo de moda de la época.
El Sporting sabía que tenían en manos a alguien especial; sin embargo, como suele suceder con los jóvenes jugadores, existía el temor de que sufriera agotamiento mental. Adicionalmente, era probable que el club de Lisboa tampoco contara con la mayor claridad posible con respecto a la mejor forma de aprovechar al novel futbolista, oriundo de Madeira.
El foco de atención era en las destrezas más obvias mostradas por Ronaldo: velocidad en los espacios abiertos, la longitud de sus pasos y el alcance de sus largas piernas y la capacidad de desbordar a los rivales en marcación personal. El resto de sus habilidades aún estaba por descubrirse: Cristiano había jugado más hacia el centro en diversas ocasiones a nivel juvenil, pero fue casi exclusivamente utilizado como extremo en el primer equipo, tal como suele ocurrir con aquellos futbolistas que comienzan a jugar al máximo nivel.
Hay que darle espacios. Permitirle respirar. Darle la oportunidad de entender quién es.
La mayoría de ustedes conocerán la historia de cómo Sir Alex Ferguson estuvo decidido a fichar a Cristiano, luego que el portugués fuera protagonista en un partido amistoso de pretemporada entre Manchester United y Sporting en agosto de 2003. Sin embargo, el United ya le seguía la pista durante cierto tiempo. La mejor conclusión que podemos desprender de dicha anécdota es que ese encuentro no persuadió a Ferguson para contratar directamente al joven de 18 años para que jugara en Old Trafford. Por el contrario, el United lo tomó en préstamo al Sporting durante una temporada.
El United ganó la carrera por hacerse con los servicios de Ronaldo, por encima de otros equipos europeos ansiosos por ficharle, entre los cuales se encontraban Arsenal, Valencia, Barcelona (sí, existe un universo paralelo donde Cristiano y Lionel Messi son compañeros de equipo y monopolizan al mundo del fútbol durante 15 años) y Parma, club que tenía un acuerdo verbal con el Sporting.
El Ronaldo que llegó a Inglaterra (y que heredó la camiseta 7 del United de David Beckham, quien estaba presto a partir rumbo al Madrid) fue un pariente cercano de aquella versión que vimos con la camiseta del Sporting. Era una masa de arcilla lista para moldear, pero con hambre de experimentar. Se le motivó a expresarse, y eso usualmente significaba una cosa: regatear y desbordar a sus rivales.
Sus laberínticas carreras usualmente comenzaban por las bandas, llevándole por toda la cancha; sin embargo, usualmente se mantenía cabizbajo y ello implicaba que no veía correr a sus compañeros, o que era incapaz de identificar el momento más oportuno para rematar. De hecho, Guillem Balagué apunta en su biografía de Cristiano que cuando éste jugaba como extremo tradicional, otros jugadores del United quedaban frustrados a veces: «¡¿Por qué demonios no le pone hue— al balón?!» Gary Neville solía pensar eso cada vez que veía a Ronaldo hacer un toque extra, dejando pasar una oportunidad apta para rematar.
El centrodelantero Ruud van Nistelrooy era uno de los más enfadados por esa particularidad del juego de Ronaldo. El holandés corría en busca de balones que jamás llegaban y superaba defensas en pos de unos cruces que no se producían. Pasar de Beckham a esa versión de Cristiano no es cosa fácil cuando se es un artillero dependiente de recibir el balón.
Las estadísticas de Ronaldo en dicho periodo en la Premier League se encuentran limitadas a goles y asistencias; no obstante, nos ayudan a corroborar la idea de que el jugador era una obra en construcción. Ostentaba promedios de 0.2 asistencias por cada 90 minutos y 0.26 goles exceptuando penales. No son cifras mediocres para su edad, pero tampoco nos aportan muchas pistas con respecto a lo que vendría para la siguiente etapa de su desarrollo.
Sí contamos con estadísticas más detalladas (aunque con una muestra más pequeña) de su actuación en la Eurocopa 2004, cuando era un jovencito de 19 años que bajó en paracaídas hasta llegar a los últimos años de la Generación Dorada de la selección de Portugal. Ronaldo intentó más regateos (7.79) que cualquier otro jugador del torneo y se ubicó entre los líderes en tiros al arco con 4.1. Fue revelador ver que, contrario al patrón de la mayor parte de su carrera más reciente, fue uno de los líderes de la competición en quites e intercepciones ajustadas por posesión (3.29). Al encontrarse dentro del gran escenario del fútbol europeo de selecciones, con la presión de jugar para la nación sede, quizás disfrutó de mayores libertades de las que tenía en el United, donde se incorporó a un plantel veterano que venía de disfrutar varios años de éxito.
Asumiendo el protagonismo (2006-09)
Durante el verano de 2006, el United tomó una decisión que terminaría marcando el destino del club, vendiendo a Van Nistelrooy al Real Madrid, para despejar el camino para un mayor desarrollo y maduración, no sólo a Cristiano, sino también a Wayne Rooney, otro joven artillero nacido en 1985.
Van Nistelrooy, quien acababa de cumplir 30 años, venía de convertir 150 goles en todas las competiciones durante cinco temporadas; pero en vez de reemplazarlo directamente, Ferguson asumió la campaña 2006-07 con un cuerpo de atacantes. Todos sus miembros tenían interrogantes por responder.
Allí se encontraban Rooney y Ronaldo, quienes tenían 20 y 21 años respectivamente, acompañados por un jugador de 33 años llamado Ole Gunnar Solskjaer, quien había pasado dos años sin obtener la titularidad en un partido de liga; y por Louis Saha, quien no era extraño a la sala de fisioterapia y que apenas logró convertir 24 tantos en dos años y medio con el club. También estaba presente Alan Smith, quien había sufrido una grave lesión en el mes de febrero anterior y no era precisamente una máquina goleadora, lo que se evidenciaba con un único tanto convertido en sus 33 apariciones anteriores.
El United no había conseguido el título de liga en las tres campañas anteriores (la peor sequía para los Red Devils en 15 años), terminando con un promedio de 14 puntos por debajo del primer lugar de la tabla de posiciones en dicho periodo. Su único nuevo fichaje previo a la campaña 2006-07 fue el de Michael Carrick, un mediocampista con tendencia al repliegue. Esencialmente, Ferguson estaba entregando las llaves del equipo a Cristiano y Rooney.
Ronaldo se convirtió en el punto central del ataque; mejor dicho, considerando que Rooney era otro delantero poco ortodoxo, en vez de un centro delantero tradicional, la dupla se convirtió en el eje de un ataque fluido. Un jugador reaccionaba al movimiento del otro. Ronaldo comenzó a aprovechar sus habilidades con el juego aéreo, anotando ocho goles en tres temporadas de Liga por la vía del cabezazo y superando ampliamente su expectativa de goles (xG), que por aquel entonces alcanzaba 3.03.
Usualmente, se alineaba por la banda derecha, aunque jugaba ocasionalmente por el medio o a la izquierda; pero de cierta forma, importaba menos dónde comenzaba que el lugar donde terminaba: iba por toda la cancha, creando enfrentamientos desiguales y sembrando el caos. A medida que asumió mayores responsabilidades en el ataque, Cristiano comenzó a rematar más, sumando promedio de cinco tiros por partido, cifra que superaría de forma constante durante el resto de su carrera con el United.
No solo eso. Usando el término acuñado por Neville, comenzó a «ponerle hue–_» desde la larga distancia. De los 527 tiros intentados por Ronaldo en esas tres temporadas, casi un 60% se produjo a distancia superior a las 21 yardas. Esta sería una característica del portugués durante toda su carrera, aunque su efectividad en los largos remates ha declinado con el tiempo. Al igual que su eficiencia a balón parado: en dicho periodo, anotó nueve tantos en liga por la vía del tiro libre.
Para acoplar sus libertades al juego del United, Ferguson incorporó jugadores con mentalidad de ataque en 2007 (Carlos Tevez) y 2008 (Dimitar Berbatov). Si bien ambos ayudaron a dividir cargas, lo crucial fue que no eran centrodelanteros tradicionales, capaces de congestionar la mitad de la cancha o de interferir el camino a Cristiano. Tévez, que de cierta forma era el Rooney de su época, era un místico errante que trabajaba duro y siempre mostraba generosidad. Por su parte Berbatov, si bien ofrecía menos en cuanto a su promedio de trabajo, gustaba de buscar espacios más atrás y que frecuentemente daba prioridad a distribuir el balón a sus compañeros, en vez de procurarse goles para su causa personal.
El United obtuvo tres títulos consecutivos de liga. Igual de importante fue su desempeño estelar en la Champions League, clasificando a una semifinal y dos finales (alzando finalmente la «Orejona» en 2007-08). En los últimos 50 años, el club sólo ha quedado entre los cuatro primeros de la Champions o Copa de Europa en cinco ocasiones: tres de ellas se produjeron en este periodo, gracias a un Cristiano que corría a sus anchas.
Si bien el presente artículo se trata en mayor medida de sus estadísticas individuales y cómo ha cambiado y evolucionado su juego con los años, no podemos olvidar que el fútbol es un deporte colectivo. Y no es coincidencia que esos últimos tres años de Cristiano con el equipo, cuando asumió la responsabilidad del ataque del equipo, fueron precisamente el trienio que puede ser considerado el mejor de la historia del club inglés.
Cristiano en la cumbre (2009-14)
De no ser por el veto impuesto por Ferguson junto a un pacto de caballeros, Cristiano habría partido al Real Madrid en el verano de 2008. Por el contrario, terminó haciendo el cambio un año después, como parte de la que probablemente es la mayor reconstrucción (y la más costosa) de la historia del fútbol mundial. Aparte del pase récord del portugués por €94 millones ($102 millones de la época), Kaká, Karim Benzema, Xabi Alonso y Raul Albiol también llegaron al Santiago Bernabéu, como parte de un dispendioso gasto de €250 millones, armando una nómina soñada para el nuevo técnico Manuel Pellegrini.
El regreso de Florentino Pérez a la presidencia del Madrid fue el prólogo de una nueva «Era Galáctica», siguiendo los pasos de Zinedine Zidane, Luis Figo y el Ronaldo original («O Fenomeno» Nazario). No obstante, la curva de aprendizaje era pronunciada. Con tantas estrellas atiborrando la plantilla, junto a una buena cantidad de ilustres remanentes de la era anterior, armar un XI coherente no era labor fácil para Pellegrini. Su tarea se dificultó aún más ante el hecho de que su acérrimo rival era, nada más y nada menos, el Barcelona de Pep Guardiola.
El Real Madrid terminó segundo en la campaña de liga 2009-10; sin embargo, era un equipo poco cohesionado que cayó eliminado en octavos de final de Champions de manera estrepitosa. El hecho de que el club merengue quedara último en La Liga de España en calidad de remates, con promedio de xG/tiros de 0.06, nos revela que este era un montón de individualidades juntas en vez de un equipo.
Cristiano asumió la responsabilidad del ataque, tal como lo había hecho con el United. Fue líder del equipo en remates y regateos intentados. Su tiempo se vio dividido de forma bastante equitativa entre los miembros de la delantera: izquierda, derecha y centro. Terminó la campaña con 33 goles; 26 fueron convertidos en partidos de La Liga de España, uno menos que Gonzalo Higuain.
Las cosas cambiaron radicalmente cuando José Mourinho reemplazó a Pellegrini. La relación entre los dos portugueses pasaría por altas y bajas. A pesar de ello, «The Special One» consiguió rápidamente una posición clara para Ronaldo, quien jugaría como extremo izquierdo, con amplia licencia para penetrar el área contraria. Cristiano siguió rematando con profusión (ostentando promedio de 6.91 en las tres campañas de Mourinho en el banquillo merengue), aunque lo hizo desde mejores posiciones (su promedio de xG/remates se duplicó, llegando a 0.12).
La filosofía de Mourinho no giraba tanto en torno a la posesión, contrario a Pellegrini. Cristiano brilló, dentro de un esquema con mayor dependencia de las transiciones veloces y juego por los espacios, adaptándose rápidamente a Higuaín y Benzema, quienes alternaban responsabilidades como centrodelantero.
Higuaín era más un atacante en el área rival, aunque contaba con técnica y visión para generar jugadas para extremos y volantes en condiciones para rematar. Benzema, de manera similar a lo hecho por Tévez y Rooney en el United, cubría extensas áreas en la delantera, corriendo incansablemente y permitiéndole a Cristiano tomar sus mejores posiciones. El dueto formaría un tándem devastador durante la mayor parte de la década siguiente.
Cristiano seguía acaparando gran parte del protagonismo. Pero una personalidad como la de Mourinho, que también busca llamar la atención y suele generar tormentas para deleite de los medios de comunicación, terminó llevándose buena parte del centimetraje de los medios. En lo personal, la vida de Cristiano seguía estabilizándose: se encontraba en una relación sentimental estable y vivía con su madre e hijos. Al llegar al punto medio de su carrera, Ronaldo se preocupó aún más por cuidar su cuerpo y obtener el máximo rendimiento físico.
Trabajando de la mano de Valter Di Salvo, entrenador físico del Madrid, Ronaldo se desarrolló muscularmente y asumió por completo un programa exhaustivo que no sólo cubría el acondicionamiento físico, sino también la nutrición y el sueño. Todo era meticulosamente registrado, desde la mínima migaja de alimento hasta los minutos de recuperación. Fue durante este periodo que el luso ganó musculatura, agregando masa magra a su humanidad.
Su juego se hizo más esencial, más directo, más funcional. Sus intentos de regateo mostraron declive con el transcurso de los años, pasando de 6.26 en 2009-10 a 3.93 en 2012-13, la última temporada de Mourinho en el Bernabéu. En contraste, su producción goleadora cobró verdadero auge: Cristiano ostentó promedio de 30 tantos en juego abierto en partidos de Liga durante las tres campañas de Mourinho con el Madrid.
El curso 2012-13 también fue revelador en cuanto a su rol de líder. Un Mourinho presa del estrés declaró la guerra a medios de comunicación, jugadores y clubes rivales, con un Madrid que terminó a 15 puntos por debajo del Barça. Ronaldo, quien esencialmente lideraba con el ejemplo, asumió una vocería importante dentro del vestuario. Defendió a sus compañeros y no mostró reservas a la hora de enfrentarse a su entrenador, algo que no podía ser tomado a la ligera, sobre todo considerando que ambos eran representados por el mismo agente, el poderoso Jorge Mendes.
Durante el verano de 2013, Gareth Bale hizo su llegada al Santiago Bernabéu. El galés fue objeto de un pase ligeramente más cuantioso que el de Ronaldo, aunque el club incluyó entre sus cláusulas contractuales la prohibición de revelar la cifra al publico. Cristiano se mantuvo como pieza central del equipo, mientras Bale se adaptaba al juego por la banda contraria. El nuevo técnico Carlo Ancelotti, fiel a su modus operandi, intentó retener ciertos aspectos de la filosofía de Mourinho, agregando algunos ajustes de su autoría.
La idea era conferirle mayores libertades a Bale, Benzema y Cristiano, el tridente que pronto sería mundialmente conocido como «BBC». Mesut Ozil, quien había sido uno de los asistentes regulares de Cristiano cuando operaba en el hoyo, fue vendido al Arsenal, mientras que Higuaín partió rumbo al Napoli, haciendo de Benzema el centrodelantero a tiempo completo.
Cristiano terminó asentándose aún más en el área rival (por primera vez en su carrera, sumó mayores remates dentro de las 21 yardas que a larga distancia) e incrementó su promedio de regateos intentados. La BBC era respaldada por un oficioso mediocampo conformado por Luka Modric, Angel Di Maria y Xabi Alonso. Esa combinación ayudó a que, en mayo de 2015, el Madrid alzara la tan ansiada Décima Copa de Europa.
El nacimiento de un centrodelantero (2014-16)
Bien se puede argumentar que Cristiano disfrutó de la mejor temporada de su carrera en 2013-14 (para el ecuador de la campaña de Liga, el portugués había convertido 22 goles, junto a 9 tantos en compromisos de Champions); sin embargo, una tendinitis rotuliana en su rodilla volvió por sus fueros, negándose a desaparecer. Ronaldo perdió varias semanas de acción en los meses de febrero y abril, junto a otras tres semanas en mayo, antes de recuperarse a toda velocidad para disputar la final de Champions League.
Ronaldo insistió en jugar lesionado y su producción se mantuvo constante. Sin embargo, confrontaba problemas que mantendría durante la Copa del Mundo de ese año, en la cual apenas anotó un gol para un combinado de Portugal que terminó eliminado en fase de grupos.
Mientras seguía su proceso de recuperación en pleno torneo 2014-15 (una «rehabilitación jugando», considerando que se ausentó de muy pocos encuentros), su cuerpo volvió a sufrir cambios. Mantuvo su definición muscular, pero comenzó a perder peso, ganando agilidad y delgadez. Parte de ello se debía a que intentaba darle cierto alivio a su rodilla, y otro motivo era aprovechar mejor algunos de los enfrentamientos desiguales que tendría enfrente.
Gradualmente, Cristiano se convirtió en centrodelantero de facto, siendo demasiado fuerte en lo físico para la mayoría de los zagueros, aunque seguía contando con la velocidad necesaria para superar a la mayoría de los centrales. En ninguna circunstancia fue un proceso de la noche a la mañana. Durante la temporada 2014-15, Ronaldo apenas intentó 3.62 regateos, el menor total de su carrera y fue exitoso en menos de la mitad de las ocasiones (1.8).
Era evidente que la rodilla le seguía molestando y esto podía evidenciarse en su trabajo sin la posesión del balón. Cristiano nunca había sido el más laborioso cuando no contaba con la esférica en sus pies; a pesar de ello, en el torneo 2014-15 registró 0.34 quites más intercepciones ajustados por posesión por cada 90 minutos, ubicándose en el sótano de La Liga de España de dicho departamento.
No obstante, CR7 seguía moviéndose de forma muy similar a la de un centrodelantero cuando el Madrid tenía el balón. ¿Recuerdan que casi el 60% de sus remates se produjo a una distancia mayor a 21 yardas en sus últimos días con el United? Ahora la proporción se había revertido y casi el 60% de sus disparos se originaban dentro del área rival. Su habilidad para definir y talento para anticiparse a los defensores hicieron toda la diferencia, para concluir con la monstruosa cifra de 48 goles en liga (61 en total) en el curso 2014-15, de los cuales 38 tantos se originaron en juego abierto (tope personal de su carrera).
Esa tendencia se mantuvo en la temporada siguiente bajo las órdenes de Rafa Benítez, a pesar de los choques entre jugador y técnico. Ronaldo expresó fuertes críticas hacia el entrenador luego del despido de Benítez en enero de 2016, luego de un breve y poco exitoso paso por el Bernabéu. Era evidente que no se veían a los ojos, pero eso no detuvo a Ronaldo para alcanzar otra impresionante temporada en lo estadístico, en parte gracias a que, finalmente, había recuperado la plenitud de sus condiciones físicas.
Cristiano convirtió 29 goles a juego abierto en Liga, manteniendo su volumen de remates con promedio cercano a 6 y una calidad de tiros de 0.14 xG/remate. Había refinado sus movimientos en el área rival, madurando una percepción que ya era aguda a la hora de deducir hacia dónde iría el balón.
Ronaldo seguía regateando menos, en comparación a sus temporadas anteriores, sobre todo porque operaba muy cerca del arco rival. Anotó 16 goles en Europa y tras la llegada de Zidane en sustitución de Benítez, el Madrid ganó la Champions League en mayo de 2016. Todo parecía indicar que la sensacional racha de Cristiano estaba lejos de detenerse.
La vida de treintañero (2016-presente)
Finalmente, Cristiano ganó un torneo internacional importante con su selección, cuando Portugal dio la sorpresa ante Francia en la final de la Eurocopa 2016; sin embargo, el astro debió abandonar la cancha tras 25 minutos de acción, debido a una lesión. Los problemas cada vez mayores con su rodilla no solo le llevaron a perderse la pretemporada: su ausencia se extendió hasta las primeras semanas del torneo de su club.
Las dos campañas siguientes del Real Madrid tuvieron la sensación de que el club buscaba seguir ganando mientras su ventana de oportunidad se mantuviera abierta; y con un elenco prácticamente intacto, los merengues clasificaron a dos finales adicionales de Champions, alzando la Orejona en ambas ocasiones, sumando tres Copas de Europa consecutivas, aparte del campeonato de La Liga en 2016-17.
En esta etapa de su carrera, Cristiano ya había cumplido 30 años. Al igual que muchos de sus compañeros, dependía de la maña, técnica y experiencia, por encima del poderío atlético. En lo colectivo, la percepción frecuente era que el Madrid operaba en piloto automático, elevando su nivel sólo cuando era necesario. Justo lo que podemos esperar de un club lleno de veteranos.
Ronaldo encajó sin problemas dentro de este nuevo ecosistema. En la temporada 2016-17, anotó 19 tantos en Liga producto del juego abierto, su menor total desde su llegada al Bernabéu. Al año siguiente, convirtió 23 tantos, su tercer registro más bajo. Su cifra de remates decayó hasta alcanzar 5.88 en los dos años siguientes, una estadística menor a la de cualquiera de sus temporadas vistiendo la camiseta del Real Madrid.
Adicionalmente, regateaba muy poco (con 2.39 intentos) y cuando lo hacía, no era particularmente efectivo (siendo exitoso en apenas 0.99 oportunidades). Similarmente, hacía pocos remates a larga distancia, con un promedio de 43.5 intentos por campaña; menor a lo registrado en cualquier temporada del decenio anterior. Fue inefectivo en el juego aéreo, con solo tres tantos convertidos en dichas circunstancias.
Esto no era necesariamente un declive, especialmente si tomamos en cuenta sus estadísticas generales y su habilidad para crecerse en momentos clave. Los 86 tantos convertidos en todas las competiciones en esas dos temporadas solo fueron superados por Messi, mientras que su liderazgo se mantuvo indiscutible, con apariciones regulares en los pasajes cruciales de los cotejos.
El astro brasileño no dudó en elegir entre los dos cracks.
Para confirmarlo, solo hay que presenciar sus actuaciones en los encuentros eliminatorios de la Champions League en su edición 2016-17: cinco goles entre ida y vuelta contra el Bayern Munich en cuartos de final, un hat trick contra el Atlético de Madrid en semifinales y par de tantos contra la Juventus en la final. Ese año, también convirtió cinco goles en los últimos cinco partidos de Liga del Madrid, que terminaron en sendas victorias blancas para ayudar al Real a recuperarse de la derrota en el Clásico español a manos del Barcelona y obtener el título de Liga por una nariz.
Al año siguiente, Cristiano anotó cinco tantos en rondas eliminatorias de Champions League. Entre sus víctimas se encuentran los poderosos Paris Saint-Germain y Juventus. En el Mundial de Rusia, su hat trick en el compromiso inicial de la selección portuguesa contra España fue otro recordatorio de lo que CR7 era capaz de lograr en sus mejores momentos.
Portugal quedó fuera en octavos de final. Poco después de concretarse la eliminación lusa, se anunció el pase de Cristiano a la Juventus. Tenía 33 años y viendo en retrospectiva, cuesta exagerar la magnitud de la transición que debía hacer, luego de pasar nueve temporadas con el mismo club. No solo se trataba de adaptarse al juego de la Serie A, sino también encajar dentro de un equipo sumamente exitoso en sus torneos locales, jugando de una forma no necesariamente compatible con las habilidades de Ronaldo.
El Real Madrid de Zidane y la Juventus de Max Allegri en el torneo 2017-18 eran dos animales muy diferentes. El Madrid hizo 4.2 remates por partido más que la Juve, mientras que su expectativa de gol era 30% superior. El club blanco presionaba mucho más y creaba mayores oportunidades tras la presión. Allegri tenía la tarea de hacer que el estilo de la Juventus se adaptara a Cristiano, mientras seguía cosechando resultados positivos.
Era una labor muy lejos de ser simple. Por eso, no debe sorprendernos que muchas estadísticas personales de Ronaldo mantuvieron su declive, tendencia que persiste en el torneo actual. Maurizio Sarri sustituyó a Allegri y en teoría, como un técnico con mayor tendencia a proponer y disposición al avance de sus jugadores hacia el área rival, su estilo debería ser más compatible con el juego de Ronaldo.
Sin embargo, luego de cinco años (y cinco títulos consecutivos de liga, dos Supercopas y cuatro Copas de Italia) al mando de Allegri, toda la plantilla ha sufrido un difícil proceso de transición. El propio Sarri ha confrontado dificultades en su búsqueda por hacer que su nuevo plantel juegue acorde a sus intenciones de forma constante. En retrospectiva, el anuncio hecho a principios de campaña de que Cristiano «no necesitaba preocuparse» por sus instrucciones tácticas, sino que el resto del equipo trabajaría a su servicio, quizás no fue la mejor idea para el flamante jefe a cargo de la Vecchia Signora.
Esa combinación (nómina inestable, un cambio de técnico, una filosofía diametralmente opuesta al espíritu del Real Madrid) no ha sido fácil de navegar para Ronaldo.
Antes del receso obligado de la Serie A en marzo pasado, su producción goleadora exceptuando penales (0.50 el año pasado, 0.60 en el actual torneo) ha decaído a niveles que no veíamos desde su último año en Old Trafford; su cifra total de remates también ha disminuido (5.36 y 5.44) y su xG (0.60 y 0.48) también ha bajado a un nivel no visto desde su primera temporada en España. Su proporción de remates a larga distancia fue cónsona con las cinco campañas anteriores (37.7%) pero convertía de forma sumamente esporádica en esas circunstancias: apenas un tanto en 112 intentos a distancia mayor a 21 yardas vistiendo la camiseta Bianconera.
Por otra parte, sus promedios de toques en el área rival han aumentado sustancialmente (8.44 en el torneo anterior, 13.43 para este año; siendo los más altos de su trayectoria, con la excepción de uno de sus años con el Madrid). Esto nos sugiere que sus compañeros se mantienen decididos a buscarlo, pero es probable que no le entregan el balón en los mejores sitios para infringir daño a los oponentes, contrario a lo visto en el pasado.
Es difícil divorciar el estilo de juego de la Juventus, su inestabilidad en la plantilla y los cambios en la dirección técnica, de la actuación personal de Cristiano y no existen dudas de que nos encontramos frente a un jugador distinto que, quizás de forma comprensible si tomamos en cuenta su madurez, no llega a alcanzar los niveles sobrehumanos de temporadas anteriores.
La cuestión radica en su capacidad a adaptarse a esta «nueva normalidad» y si cuándo (¿si acaso?) la Juventus logre recuperarse, Cristiano Ronaldo será capaz de acercarse a ese nivel que mostraba cuando solía disfrazarse de centrodelantero con tendencia a ir por la banda izquierda. O si podrá reinventarse una vez más. O bien, mientras se acerca a sus 35 años, el Padre Tiempo finalmente podrá pasarle factura.Ad Unmutepor TaboolaContenido patrocinadoEnlaces Patrocinados