James apunta al once ante el Sevilla en el que será el último examen antes de comenzar la etapa reina del Madrid tras el próximo parón de selecciones. El colombiano descansó ante Las Palmas, pero necesita convencer a los aficionados y a Zidane de cara a lo que se divisa en el horizonte blanco: el Clásico (2 de abril) y el partido ante el Wolfsburgo en Alemania (6 de abril).
Lo cierto es que en el club están descontentos con su temporada. Sus números han bajado y su imagen no ha sido la mejor posible. La preocupación llega hasta el punto de que, ahora mismo, la idea es la de ponerle en el mercado el próximo verano (Isco también está en esta situación y si las cosas no cambian, no serán los únicos) y venderle si hubiera una oferta jugosa. Además, no ha gustado que no haya mejorado con la llegada de Zidane, ni la escena de año nuevo con la Policía en Valdebebas. Ni tampoco agradó que, siendo su segundo año de blanco, haya pedido ya un aumento salarial.
Sitio. Pero más que su futuro a largo plazo, lo que se juega James ante el Sevilla es un sitio en el equipo. La baja de Bale le abrió las puertas del equipo (Zidane apostó por Isco antes que por él en sus primeros partidos). Cuando volvió el galés, faltaba Benzema y la ventana al once siguió abierta… Pero ahora con la intocable BBC de vuelta (Karim estará a tope para el Clásico) y con Casemiro asentado, otra vez como clave en la medular para dar el famoso equilibrio al equipo, su puesto en el once peligra. Ante el Roma sufrió algunos pitos del Bernabéu que mitigó con un gol. Ahora vuelve ante su público con la necesidad de convencer ya.