Mientras enterraba por reiterada ineficacia la leyenda de las remontadas, el Madrid tuvo la habilidad de ir forjando la de la maestría en la Zona Cesarini. Ya saben: el periodo de tiempo que corresponde a los últimos y más decisivos minutos de un partido. En el Camp Nou, dónde mejor si no, volvió a quedar claro. La fórmula fue la de casi siempre: resultado desfavorable, últimos instantes y gol salvador. El protagonista, también: Sergio Ramos.
El central es quien más a pies juntillas se ha creído el “Hasta el final / Vamos Real”, el lema que abandera la historia reciente del Real Madrid. Una historia en la que Ramos, por su genética negativa a la rendición, se ha asegurado un hueco de prestigio. Algún gol que otro le ha costado. Al menos, nueve.
Silenciando el Allianz y callando a Neuer
En la última estación de la ruta hacia Lisboa, el Madrid tuvo que jugárselo todo en el Allianz Arena contra el temible Bayern de Guardiola. El gol de Benzema en la ida daba ventaja, pero no excesiva tranquilidad. La calma la puso Ramos a partir del 20’, minuto en el que ya había despachado a los alemanes con dos goles de cabeza.
El héroe de la Décima
Si por algo se recordará Lisboa, es por el gol de Ramos en el tan recordado minuto 92:48. Quedó patente por el inigualable éxtasis del momento, por las camisetas conmemorativas y por el apodo que rebautizó al autor como ‘El héroe de la Décima’. Marcó Bale, sí, y Marcelo y Cristiano después, pero nadie ha olvidado ni nunca va a olvidar que fue el tipo de Camas el que prorrogó con la cabeza un partido, el que marcaría un antes y un después en los litigios de dos enemigos acérrimos, que se pareció mucho a la Primera y acabó resultando la Décima.
Las primeras piedras del Mundial de Clubes
También fue Ramos quien empezó a decantar del lado madridista el Mundial de Clubes de 2014. Tras hacer el primero en la semifinal, se terminó de creer delantero a tiempo ocasional y, en un torneo en el que el campeón europeo no se topa con apuros hasta la final, y a veces ni eso, marcó también el 1-0 en el último encuentro por el título. Otra vez, dos goles de cabeza.
Doblete en su segunda final de Champions
Con un pequeño matiz cronológico, Sergio Ramos quiso ser en Milán lo mismo que en Lisboa: en fuera de juego y con el pie, su tanto llegó en el 15’… pero el duelo acabó en 1-1. Después de los 90 minutos y el tiempo extra, llegó la prórroga y, tras ello, la tanda de penaltis, en la que el 4 contribuyó convirtiendo el cuarto lanzamiento, el anterior al del trágico error de Juanfran, esta vez sin panenkazo ni excesiva pomposidad.
Gol agónico en Trondheim
Empezaba a presumir más orgullosa aún la Giralda por ver al Sevilla conquistando su enésimo título europeo, cuando Sergio Ramos, uno de la casa, volvía a hacer de las suyas: en el 92:35, ponía su cabeza al servicio de Lucas Vázquez, forzaba una prórroga que pintó en blanco y se convertía en el defensa con más dianas en finales europeas en toda la historia. El Madrid seguía siendo inmortal; él, también.
El Clásico fue Ramos
El Clásico liguero de este sábado recordó en algo a Lisboa: no fue preciso que los planetas se alinearan para que el Madrid escapara del embrollo; bastó con que se asociaran un asistente, Luka, y un rematador puntual, Sergio. En el 90’, del envío del primero vino el remate del segundo. Ya van cuatro goles al eterno rival. Y 75 en toda su carrera.