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Queda un año para Río 2016

El 5 de agosto de 2016, en el Estadio Jornalista Mário Filho, léase Maracaná, quedarán inaugurados los Juegos de la XXXI Olimpiada de la Era Moderna, en Río de Janeiro. Se hará realidad aquel sueño que desveló en Copenhague, en octubre de 2009, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva: armado de un mapa que se reveló y alzó como arma arrojadiza y decisiva ante Chicago, Tokio y… Madrid.

A un año de la inauguración, el sueño de Lula ya se adentra en los umbrales del feliz despertar. El colosal país amazónico observa cómo crecen las instalaciones (nuevas y reformadas) en Copacabana, Deodoro, la misma zona de Maracaná (el gran estadio y el Pabellón Maracanazinho) y Barra da Tijuca: este último territorio, donde antes se ubicó el ancestral circuito automovilístico de Jacarepaguá, será el escenario central de los Juegos, con el Parque Olímpico, la Villa Olímpica, los Centros de Prensa y los grandes pabellones, arenas o centros de competición de gimnasia (Arena Olímpica, hoy HSBC Arena), ciclismo (velódromo), natación (María Lenk…), actividades acuáticas, tenis y hockey. En Copacabana y la Bahía de Guanabara se abren los trazados y canales de triatlón, aguas abiertas y regatas; remo y piragüismo quedan para la Laguna Rodrigo de Freitas, también en zona de Copacabana. Son 45 campeonatos mundiales en 17 días. El atletismo competirá en el Engenhao, el Estadio Nilton Santos, del Botafogo.

El 13 de junio pasado fue un día simbólico: el estadounidense Chris Crowley, el Director de Operaciones y de Instalaciones que manejó los Juegos de Invierno en Salt Lake City (2002) y Vancouver (2010), dio la orden para implementar las actividades de una llamada instalación ‘modelo’ (en este caso, el actual HSBC Arena, Arena Olímpica en 2016), al mismo ritmo de trabajo y organización que en los Juegos Olímpicos: ensayo general diario y con todo. Crowley ya ha montado test events o eventos de prueba en triatlón y regatas, en Copacabana y Guanabara. También ensaya el dispositivo y sistemas de tráfico urbano.

Reparos. La población de Río de Janeiro (6,45 millones de habitantes en la ciudad, 12,1 millones en la región metropolitana) mantiene máxima expectación ante unos Juegos que se seguirán con fervor. Hay escepticismo ante el control de la violencia callejera y de las basuras en Guanabara. Allí, una inversión de 3.000 millones de euros apenas parece alcanzar para un saneamiento del 17% a la hora de los Juegos: cuando se prometió el 80%. “El agua estará cristalina y limpia”, promete Carlos Nuzman, presidente del Comité Organizador. ¿Quizá en 2030?

Pero solo queda un año para que el sueño se haga realidad: el sueño de Lula, de su coloso amazónico… y de su mapa.



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