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Comunicaciones

Qué vergüenza

Hay quienes afirman que los jugadores se sienten estrellas porque aparecen en Portadas, fotos o titulares de la prensa, como el que hicimos en noviembre, con el uruguayo Maximiliano Lombardi festejando el gol de la victoria sobre Guastatoya, que un mes más tarde le devolvería el golpe a Comunicaciones al ganar la Liga por segunda vez consecutiva.

Bueno, anoche, en esos momentos de cristales rotos, agresiones estúpidas o tiempos cavernícolas, que nunca están lejos porque el ser humano desde Caín y Abel, pasando por las SS, la caminata de Selma, las masacres de Ixcán o las declaraciones de nuestros flamantes candidatos a Presidentes, nos muestran que la intolerancia acompañada de violencia está presente donde sea y el fútbol no escapa a eso, microcosmos de nuestra vida social.

Maximiliano Lombardi, seguramente enojado porque varios hemos dicho que no está cerca de ser el volante creativo que necesita Comunicaciones, lejos del comando y creación que algún día tuvo el Moyo Contreras para el Hexa de los Cremas, agredió a nuestro compañero Javier Del Cid, periodista de medios digitales. Qué incomprensión, intolerancia, rabia, odio, debe acompañar a alguien para que porque le digan que hacen mal un deporte, en este caso el fútbol, le pegue un par de patadas a un periodista por cualquier cosa que haya dicho, escrito o manifestado en un medio de comunicación.

Javier hizo lo que debía, denunció, en el Ministerio Público y ante la Policía. La Libertad de expresarse, tal y como reza nuestra Constitución en el artículo 35, debe ser respetada. Por supuesto que tiene un límite con los insultos que alguien pueda emitir, pero cuando lo que se afirma es si juegan mal o bien, si creemos que no aportan al equipo, al desarrollo o en el gusto de quien mira el juego están lejos de aportar algo, es un retroceso para la especia humana. Qué vergüenza, qué falta de argumentos, la Liga Nacional, la Federación de Fútbol y Comunicaciones deberían sancionar, porque alguien como él, no solo aporta poco en el campo para que la gente retorne a las gradas, sino sobre todas las cosas, violenta el juego, viola los principios fundamentales del juego limpio, el respeto y la vida. Qué vergüenza, que se vaya, no solo no aporta, y cuando lo hace es para patear a los nuestros, a los que de manera directa e indirecta le dan de comer a él y a su familia.

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