La realidad es que, por naturaleza, somos malos, juiciosos, resentidos, egoístas, hedonistas y desobedientes. La Biblia lo confirma “no hay un solo justo, todos nos hemos corrompido. No hay nadie que haga lo bueno”. La maldad nos atrae, ciega e incluso puede dominarnos. Participas directamente en ella cuando satisfaces deseos personales sin medir consecuencias; e indirectamente cuando guardas silencio y no reaccionas ante actos injustos.
Dios es todopoderoso capaz de eliminar el mal. Pero, en un mundo sin maldad ¡Los humanos no existiríamos! Porque somos imperfectos. Desde niños hemos aprendido que debemos ser buenos y, aunque tratamos de esforzarnos, continuamente fallamos, porque ser malo es innato y fácil.
ELEGIR es un regalo de amor que Dios concedió únicamente a la humanidad. Tenemos consciencia para elegir entre el bien y el mal. Ninguna otra especie tiene este derecho. Tener consciencia pensante, capaz de decidir, es una gran responsabilidad. Aunque Dios permite que exista el mal, nunca lo desea. Pero fue necesario para tener una relación real con nosotros, como elección voluntaria y poder desarrollarnos a su imagen y semejanza.
Esto no significa que seamos como Dios/”dioses” o tengamos su ADN; sino que, mientras más estudiamos y practicamos su Palabra, más adoptamos el carácter de Jesús. Por ejemplo: desarrollas humildad cuando puedes ser orgulloso, pero lo rechazas sabiamente por amor; paz cuando eliges perdonar; dominio propio cuando tienes oportunidad de tener lo que deseas, pero eliges detenerte y/o salir huyendo porque no te conviene.
Continuará…
Vía: ESM Guatemala
