A sus quintos Juegos y después de ganar 22 medallas olímpicas (18 de oro), Michael Phelps será el abanderado de Estados Unidos en la ceremonia de inauguración. No hay mejor representante que el de Baltimore para portar la bandera de su país y simbolizar el espíritu olímpico, después de haberse levantado en un sinuoso ciclo (2013-2015) y aspirar a otras tantas medallas (entre cuatro y cinco) en Río. “Estoy orgulloso y es un honor poder representar a mi país. Quiero que mi familia esté contenta. En esta ocasión, es algo más que ganar medallas”, declaró.
Sus compañeros lo tuvieron claro. “No dudábamos de que sería él. Es el más grande de todos los tiempos”, dijo Katie Ledecky, tras la votación.
Phelps pudo ser abanderado en los Juegos de Pekín y Londres, pero el calendario se topó en su camino. El pupilo de Bob Bowan incluía en su programa los 400 estilos, una disciplina que se nada el primer día de la competición y que, además, conlleva el desgaste más bestial. Por eso, el propio Phelps se descartó para este privilegio. “En Sydney (2000) sólo quería formar parte del equipo, en Atenas (2004), ganar un oro para mi país; en Pekín (2008), hacer algo que nadie hubiera hecho. Y en Londres (2012) quería hacer historia”, remarcó ayer, emocionado. “Hablé con Bob y le pregunté: ‘si tienes que valorar del 1 al 10 cuánto me afectará ser el abanderado en la ceremonia, ¿qué dirías?’. Pensé que mientras no superase el 8 todo iría bien, así que cuando Bob me dijo que un 7,8, pensé que había pasado el corte por los pelos”, bromeó.
Pero Río representa el final del camino, y por eso Phelps quiere gozarlo desde el primer día. Fue llegar a la ciudad brasileña, lanzarse a la piscina y convertirse en el protagonista. Sigue su leyenda: se convierte en el único nadador en competir en cinco Juegos.
Estados Unidos, que desde los 70 domina la natación mundial, contó con otro abanderado acuático: Gary Hall, en los Juegos de Montreal, en 1976.