Leo Messi está triste. La baja de Luis Suárez supone un contratiempo imposible de predecir, pero con unas consecuencias fatales para el devenir del curso. Con el cambio de entrenador todavía reciente, tener una zona de seguridad a la que agarrarse, una dupla de delanteros que se entienden con la mirada, es algo prioritario. Es lo que podía permitir al Barça aguantar ganando partidos mientras el equipo se iba adaptando a Quique Setién. No va a ser posible. Sin Suárez, Leo ha perdido a su mejor socio dentro y fuera del campo y el Barcelona lo está notando.
La estadística revela que el jugador con el que mejor se entiende el rosarino es el uruguayo. Desde que ambos coinciden en las filas del Barcelona (14-15), son responsables del 70 por ciento de los goles azulgranas. Su sociedad es vital para el equipo y es normal que le esté pasando. El problema es que los otros integrantes del ataque no se asocian tanto y tan bien con La Pulga, como se está viendo en los últimos partidos.
La cantidad de veces que Messi y Suárez se encuentran en cada encuentro está muy lejos de las que el argentino busca al resto de compañeros. Leo ha dado cuatro asistencias a Suárez en Liga, mientras que a Griezmann sólo le ha dado un pase de gol hasta la fecha. El problema es que ni a Carles Pérez ni a Ansu Fati ni a Ousmane Dembélé les ha asistido esta temporada, lo que deja claro el drama que supone la baja del charrúa para la delantera barcelonista.
