Lionel Messi ofreció una sincera entrevista para el canal América TV, en el programa La Cornisa, en el que hizo un recorrido por su vida desde su llegada a Barcelona hasta cómo espera que sea su último Mundial con Argentina.
¿Es el de Rusia el Mundial de tu vida?
Hoy por hoy intento dejarlo al margen, aunque es complicado porque es un Mundial y cada vez falta menos. La cabeza ya sabe que está ahí, y esto pasa muy rápido. Tengo la suerte de estar jugando cosas muy importantes en Barcelona que me hacen centrarme en eso y no mirar más allá. He visto las ganas de la gente en todo el mundo y que sea un Mundial bueno para mí. En cualquier parte del mundo se desea que Argentina sea campeón y se me dé a mí ese título.
¿Hay más vida que el fútbol?
Lo que más me hace olvidarme de todo es mi familia. Mantenerte al margen de lo deportivo, en ese momento con mis hijos todo lo demás es secundario. La llegada de mi primer hijo me hizo cambiar y que no me centrara solo en mi profesión, en el fútbol. Obviamente no me gusta perder, no me gusta empatar. Pero me lo tomo de otra manera. Hay cosas más importantes que un partido, todos queremos ganar y ser campeones. A veces no se puede, el fútbol está lleno de sorpresas y nunca gana el mejor. Aprendí a convivir con eso.
¿Cómo se lleva la fama?
Me lo tomo con naturalidad, aprendí a vivir de esa manera. Me gusta ser natural y no ir pensando y fijándote todo el tiempo en qué haces. Si no te vuelves loco. Nunca lo he hablado con un profesional, lo que me pasa lo hablo con mi familia, con mi mujer, mi padre y mi madre. Ellos son los que saben todo.
¿Piensas en la retirada?
No lo sé, no me lo imagino. Todos dicen que es muy difícil, tiene que serlo. No sé dónde vamos a estar, donde voy a vivir. O aquí en Barcelona o en Rosario. Ya se empieza a pensar. Me gustaría vivir todo lo que hoy no puedo hacer por la profesión y por el día a día que tengo.
¿Cómo ves Argentina?
Lo sufro, me da lástima verla como está. El país, la inseguridad. Miro el día de mañana poder volver a Rosario y disfrutar como no lo pude hacer de pequeño, que me vino para aquí. Me preocupa que te maten por un reloj. Pero no poder salir a caminar, porque te pueden robar y mucho más…poder vivir con tranquilidad y que los niños estén en la calle. Yo salía y no volvía hasta las 9 de la noche. Es difícil volver a eso, pero se debería.
Lloraste con la final de la Copa América de 2014, ¿y la última vez?
Lloré varias veces, por haber creído que lo merecíamos. Fue un golpe duro. Lloré de alegría cuando nació Mateo. En el de Thiago, que fue complicado, este fue más tranquilo con la experiencia. Le encanta el fútbol, juega en la escuela que crearon para la gente del club. Lo hacen los dos, celebran los goles como yo, y nadie se lo dijo. Siempre en ese momento tengo presente a mi abuela, a Celia. También es por agradecimiento a Dios por todo lo que me ha dado en mi vida.
¿Será tu último Mundial?
Es lo que sentimos esta camada que venimos jugando juntos este último tiempo. Hemos llegado a tres finales y no sirve de nada. El pensamiento es del grupo, que no hemos podido ganar. Se dijeron muchísimas cosas de nosotros, y si no somos campeones se va a decir mucho más. Por eso sería el momento…Por un lado es como darles la razón, por otro es dejar el camino libre. Es lo que van a pedir. No soy inmortal. Fue lo que vendió el periodismo deportivo, aunque son pocos los que piensan así.
¿Sueñas con estar el 15 de julio en la final en Rusia?
Poder estar en esa final, poder levantar la Copa es lo que deseo. Cada día se hace más fuerte mi deseo. Sabemos que es muy difícil ganar un Mundial, en 2014 quedamos cerquita y fue muy doloroso. Fue duro. Queremos ver la foto ahí arriba, todos los deseamos. Ya sé que es parte de esto, y espero que no me afecten las críticas. Vienen conmigo desde hace mucho tiempo. Tengo la mente dura ya. Se venían diciendo cosas fuera de lo deportivo. Pueden opinar si juego bien o mal, pero hablar de mis cosas cuando no son verdad… Yo soy el primero que sé cuándo juego mal, no pasa por los goles, pasa por la participación en el campo, por tener el juego.
La infancia no fue fácil, con el tema hormonas…
Me inyectaba yo solo las hormonas cuando era pequeño, una vez por noche. Cada día me tocaba una pierna. Empecé con 11 más o menos. No me impresionaba, al principio me lo hacían mis padres, luego aprendí. Era como un lápiz, pequeño. No me dolía y lo hacía con normalidad.
Decidió muy joven venir a Barcelona…
El hecho de venir no me costó tanto. Mis hermanos eran mayores y tenían su vida en Argentina para volver. Mi hermana se volvió con mi madre porque no se adaptaba. Me quedé solo con mi padre. Me dijo, ¿qué hacemos? No, yo me quiero quedar, estoy convencido, veía que la posibilidad era real.