La Roja logró un histórico paso a la final de la Copa Confederaciones tras vencer por penales a Portugal. El empate sin goles en los 120′ tuvo un mérito doble para la selección nacional chilena, que logró frenar de gran manera a Cristiano Ronaldo.
El delantero de Real Madrid era la gran preocupación en la previa, considerando sus características tan peligrosas y que, además, había cerrado la temporada en gran forma con el título de Liga y la Champions League con los merengues.
Así, el planteamiento de Pizzi y el trabajo defensivo fueron claves para anular al atacante portugués y enfriar la principal arma que tenía el campeón de Europa.
Lejos del área
El inicio fue preocupante porque Portugal estuvo mucho mejor en el primer cuarto de hora, cargando el juego al costado izquierdo donde Cristiano se ubicó para intentar hacer sus temidas diagonales. Muy importante fue la labor de Gary Medel para apoyar a Mauricio Isla cuando el luso lo buscó constantemente.
Luego, el Huaso subió su nivel y de hecho comenzó a provocar más daño por su bando, manteniendo alejada la pelota de Cristiano que intentó retrasarse para tener más protagonismo, aunque lejos del área pierde su poderío.
Evitar tiros libres
Una de las principales virtudes de Cristiano, que de paso le sirve mucho a su selección para abrir partidos tan cerrados como ante Chile, son los tiros libres, y en la Roja tuvieron mucho cuidado de no «regalarle» algún remate directo.
De hecho, el ariete apenas tuvo un tiro libre en el primer tiempo, pero que tampoco fue en la posición más cómoda – alrededor de 30 metros del arco de Bravo – y lo mandó muy lejos. Fue la única chance que le dio la Roja.
Las marcas en el juego aéreo
Otro aspecto del juego clave del jugador de Real Madrid es el aéreo, donde acostumbra a ser letal con el cabezazo, pero las marcas en las pelotas detenidas fueron excelentemente trabajadas por los jugadores chilenos.
El único cabezazo que ganó Cristiano fue casi terminando los 90′, que no logró conectar de la mejor manera. Fue apenas una ocasión importante en todo el encuentro, donde los lusos tuvieron siete tiros de esquina, y ninguno causó mayor riesgo.
En esto fue crucial también el apoyo de volantes como Vidal y Hernández, de muy buen juego aéreo, y que sacaron muchos balones que iban dirigidos a la figura portuguesa.
