Por Lisboa, este agosto, aún se ven madridistas felices y atléticos que tratan de olvidar. Han pasado 86 días desde la final de la Champions, algo más de doce semanas, algo menos de tres meses. Lo que cabe en un verano. Hoy se reanuda el combate sin que nadie le dedique demasiado tiempo a la palabra “revancha”, ya tendremos tiempo de desgastarla, de borrarle las aristas. La venganza (la revancha gourmet) es un plato que se sirve frío, como la vichyssoise, y la Champions todavía quema al acercar los labios.
Pese a los altibajos del Madrid en la pretemporada (sólo ganó la Supercopa, lo que había que ganar), Ancelotti no tiene entre sus problemas el de la reconstrucción. Su reto es bien diferente: colocar unas guindas sobre otras. A la plantilla campeona de Europa, el Madrid le ha añadido Kroos y James, refuerzos, especialmente el del colombiano, que obligan al malabarismo táctico. En este último caso, la situación de Di María no ayuda a clarificar el panorama. Da la sensación de que Ancelotti no quiere desprenderse del argentino y la confusión ha crecido después de observar el rendimiento del Fideo contra la Fiorentina, excelente en el despliegue y la verticalidad (como suele, por otra parte).
Claves. Hay otras decisiones que esperamos con interés, una vez confirmada la titularidad de Casillas. El compañero de Kroos en el medio (Xabi o Modric) nos dirá mucho sobre el planteamiento inicial del técnico. Quizá la descompensación que provoca alinear a cuatro atacantes (James, Bale, Cristiano y Benzema) se corrija mejor con el vasco. De Kroos, qué decir. Iluminará el Bernabéu y dará sombra (tenebrosa) a Guardiola.
Simeone también tiene incógnitas. La primera, la más obvia, la despejó él mismo: jugará Moyá (Oblak está renqueante). Más difícil es adivinar quién formará en el lateral izquierdo, Siqueira (muy ofensivo) o Ansaldi (muy argentino). En el mediocampo formarán Mario y Gabi con la sagrada misión de salvaguardar la esencia del cholismo. Más arriba, la posición de Griezmann, más o menos próximo a Mandzukic, es otro asunto por resolver.
Así pinta. Pero quede claro que no es revancha. Es pelea eterna. Y más allá.