Un cambio del sistema de juego puede haber solucionado, al menos de momento, los males del Barcelona. Ronald Koeman decidió salir con tres centrales y quitar un hombre de arriba. El elegido para calentar banquillo fue Griezmann, que tiene su miga, pero el caso es que el equipo funcionó como un reloj perfectamente ajustado con ese retoque táctico del holandés.
Los azulgranas, aunque en Zorrilla jugaron con la horrorosa camiseta rosa, se cenaron al Valladolid con suma facilidad. Los de Sergio no supieron ni pudieron ni tan siquiera achuchar a sus rivales. El técnico local hizo algunas rotaciones y entre la mejoría del Barça y la mediocridad de los suyos, el partido sólo podía tener un final, que no fue otro que la aplastante victoria visitante.
Pedri y Messi lideraron el aluvión de juego en ataque, pero la solidez atrás, con la presencia de Pjanic por delante de los centrales, dotó al Barça de la solidez necesaria para sacar a relucir sus muchas virtudes ofensivas. El gol se veía que era cuestión de tiempo. A los 21 minutos, Masip hizo un paradón a Messi que acabó en córner. A la salida del mismo, Lenglet cabeceó a la red sin que el meta pudiera repetir milagro. Un cuarto de hora después, una maravillosa jugada coral de todo el ataque culé la culminó Braithwaite como un ‘9’ puro, ganando la espalda a la defensa y remachando a la red. Todo era de color rosa para Koeman y los suyos. 0-2 en poco más de media hora. Pudo Messi sentenciar el duelo antes del descanso en un par de ocasiones, pero Masip mantuvo el partido con un hilo de vida para su equipo.
Ter Stegen había visto la primera parte como un mero espectador. Es cierto que en los primeros minutos de la segunda parte tuvo que parar un tirito de Jota y vio cómo una falta de Alcaraz salía fuera por poco. Eran los primeros síntomas de que el Valladolid seguía vivo, en la UCI pero respirando.
