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Centroamericanos y del Caribe

Ese Tiro Dorado a Sangre Fría

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Los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018, con todas sus emociones a flor de piel, con esa transmisión magnífica de la televisión colombiana y las cadenas internacionales como Claro, ESPN y FOX, nos permitieron vivir como si transportados enteramente, hasta el Mar Caribe, hacia las 21 medallas doradas guatemaltecas, aunadas a las 22 de plata y 41 de bronce que nos llevaron en ese agosto caluroso a la mejor actuación de una delegación chapina de los Juegos que arrancaron en 1926. Por esos insondables designios del destino no pude asistir aunque estaba ya acreditado y emocionado por lo que escribía García Márquez en Vivir para Contarla sobre esa ciudad enclavada en el Caribe Colombiano donde había dado teclazos y absorbido mucha de su experiencia periodística, donde contaba entre otras cosas que: «La redacción estaba en un edificio carcomido de la ciudad vieja, con un largo salón vacío dividido por una baranda de madera. Al fondo del salón escribía en una máquina cuyas teclas estallaban como petardos en el salón desierto. Me acerqué casi en puntillas, intimidado por los crujidos lúgubres del piso… En Los Almendros, una cantina al aire libre bajo los árboles floridos donde solo aceptaban a los fanáticos del Deportivo Junior, varios clientes armaron una bronca que estuvo a punto de terminar en trompadas. Traté de calmarlos, hasta que Alfonso me aconsejó no intervenir porque en aquél lugar de doctores de fútbol les iba muy mal a los pacifistas… Regresé a Cartagena con el aire de alguien que había descubierto el mundo en Barranquilla». Además de que para nuestra historia deportiva, fue el enclave en el que nos otorgaron la sede de los VI Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en nuestra Tacita de Plata en 1950, en una Ciudad Deportiva construída precisamente en la Barranquilla, como se le conocía al barranco que circundaba la zona 4 hace 69 años y que lo convertiría el Gobierno de Juan José Arévalo en estadio de fútbol, piscina y canchas de tenis, convertida durante casi 7 decenios en el centro neurálgico de nuestro deporte. Allí mismo en ese 1946 del Caribe barranquillano fue cuando Doroteo Guamuche Flores ganó 2 oros (10,000 metros y Medio Maratón) y un bronce (5,000 metros), para confirmar su figura internacionalmente.

Esta vez, casi 70 años más tarde llegó el turno de nuestra medalla decisiva, tirada contra Puerto Rico en un mano a mano perfecto que nos llevó al borde de las lágrimas, cuando Sofía Gómez y Marcelo Del Cid derrotaron a los boricuas María Cintrón y Bryan Alvarado. Las tiradas fueron dramáticas, con esa dosis de expectativa que provoca el arquero cuando tensa el arco y la mira se la coloca cercana a la punta de la nariz, como olfateando el blanco y provocando el delirio con tiradas perfectas o las que se acercan al 10 que engalana el centro del objetivo. Dos disparos para la mujer y dos para el hombre en cada una de las 4 series, con un puntaje perfecto de 160 si es que Guillermo Tell tuviera la manzana dispuesta en la cercanía de su arco, pero en este Arco Compuesto que jugaría con la Tabla Final del Medallero cualquier cosa sucedería, en ese instante Guatemala y Puerto Rico empataban con 20 de oro, pero los del Mar Caribe tenía más plateadas, era el último domingo de competencia, el 3 de agosto. Paralelo a ellos estaba el Maratón pero aunque Guatemala se acercaría al Oro, era acá donde se aseguraría todo porque aun con un oro maratoniano no había nada que hacer por la Plata de la Isla del Encanto.

La primera ráfaga nos daba un 39-37 para ellos, 2 de ventaja, sólo habían fallado con un 9, válgame Dios, habían despertado a Robin Hood con todo y precisión. La segunda andanada nos dio la primera ventaja 76-75, Paiz y Del Cid parecían musitarse palabras doradas, pero lo que hacían era el conteo de un reloj que otorga el tiempo de tiro, no había que fallar la opción porque eso destruye cualquier opción para la máxima medalla. La tercera Serie fue para aumentar la ventaja a 3 puntos, pero el inicio tambaleante de la última tirada, con un 8 y un 9, dejaba la ventaja a un solo punto, pero la sangre fría de ellos, con 2 tiros perfectos, 2 veces 10, perforando el centro, ya simplemente nos dejaba listos para atenazar nuestra piel de gallina con un abrazo a la distancia, con la felicidad de compartir una actuación inolvidable, que aun me enciende en este inicio de año.

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