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Ella es Déborah Domínguez, una talentosa del Tenis Femenino

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Haz lo que te haga feliz… Bajo esa premisa vive Déborah Domínguez, una joven atleta que respira y sueña tenis. Viene del semillero guatemalteco y está cosechando los frutos de un trabajo que inició desde hace aproximadamente diez años.

Es fuerte y luchadora. Trabaja duro por lo que desea y mantiene una actitud positiva. Tiene carisma y deseos de trascender. Pasa de rozar con suavidad las teclas del piano (un pasatiempo que le viene bien) a empuñar con fuerza una raqueta. Sobre la cancha fluye, como fluyen las notas en las melodías de Mozart o Beethoven. El talento al piano lo heredó de mamá; el del tenis, lo aprendió de sus hermanos.

En la parte deportiva, recientemente estuvo en el foco de atención tras lograr el subcampeonato en la modalidad de singles de la Copa Universidad Galileo, un torneo internacional juvenil que le dejó un buen sabor de boca. Por ahí vamos a empezar…

“La verdad, son sensaciones muy buenas. Todo fue muy positivo en este torneo. Gracias a Dios, pude llegar a mi primera final de ITF y fue en Guatemala , mi casa… (Estoy) muy contenta de haber logrado eso”, explica aún con la ilusión reflejada en su rostro juvenil. “En todos los partidos que tuve pude dar lo mejor, nunca me rendí y siempre tuve muy buenas sensaciones dentro y afuera de la cancha”.

Déborah viene de una familia a la que le apasiona este deporte; su hermano Sebastián participó el año pasado con la Selección Nacional en Copa Davis y ha sido un gran mentor en su vida. “Él es muy buen ejemplo para mí; como hermano y como tenista me ayudó mucho. Cuando tengo un mal día, él me ayuda a salir adelante, a ver el futuro y no quedarme con lo que hice mal”, confiesa Domínguez, quien acompañaba a los torneo ITF a Sebastián hasta antes de la Pandemia que generó el Covid19.

La joven atleta inició en el deporte de raqueta a los 4 o 5 años. Ahora es una joven de 16. “Tengo tres hermanos y ellos empezaron a jugar tenis, entonces, yo siempre iba a verlos y empecé a compartir esa emoción y amor por el deporte. A los 8 o 9 años ya lo tomó profesionalmente. “Entrenaba en la mañana y en la tarde; a los 11 ya empecé a viajar a los torneos Cotecc U14 y a los 13 empecé a jugar torneos ITF en la categoría U18”, explica. Ahí la meta se va haciendo más clara, porque “hay más torneos y más nivel, más niñas de otros países”.

Desde que recuerda, a Déborah siempre le ha gustado el tenis. “Es algo que me ayuda a salir y a liberar cosas, es un pasatiempo muy bonito; me da mucha felicidad ir a entrenar, ir a los torneos, conocer personas, tener nuevas experiencias… la verdad, es muy bonito para mí jugar tenis”.

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Trabajo post Pandemia

El parón deportivo al que todos estuvieron expuestos generó tensión, desesperación, inquietud… pero la espera valió la pena. “Después de que pudimos entrenar otra vez, en mi primer torneo, me sentí muy contenta, muy feliz de poder jugar. Gracias a Dios, en mi primer torneo llegué a la final de dobles en República Dominicana y, la verdad, estoy muy contenta de retomar el ritmo de competencia”.

Con los torneos ya reactivados, Déborah tiene una agenda cargada. Ahora está en una gira de siete semanas: “Son dos en Costa Rica, dos en Nicaragua, dos en El Salvador y una en Guatemala”. El objetivo es claro: “Estoy tratando de subir en mi ranking ITF para poder representar a Guatemala en los torneos internacionales, en Fed Cup Junior, y poder jugar en Centroamérica y el Caribe. Aunque la meta a largo plazo es “jugar un torneo de Grand Slam y la Fed Cup”, confiesa.

Resultados previos

Antes del subcampeonato en la Copa Universidad Galileo, el mejor resultado internacional de Déborah fue en Bélgica, en el 2019, cuando ganó un torneo de dobles junto con su amiga argentina Luciana Moyano. Ese título fue la culminación de una gira de seis semanas por Europa (Francia, Holanda y Bélgica) que inició con un campamento en Perú.

Para Domínguez, un buen ejemplo de atleta internacional es la rumana Simona Halep, “la verdad, es mi jugadora favorita en el circuito. Su garra, su actitud, sus golpes, su confianza; me encanta su forma de juego y su forma de ser dentro y fuera de la cancha”, cuenta. Pero también tiene ídolos en nuestro país. “Andrea Weedon y Melissa Morales, siento que son un muy buen ejemplo para mí”, considera.

Cambio de rutinas

Después de la gira hay otros aspectos importantes que tomar en cuenta, como por ejemplo, los estudios. “Estos últimos meses hacía un entreno por la mañana de 8 a 12; luego hacía trabajo físico en la tarde o algo extra, pero ahora que regrese a Guatemala llego a hacer pretemporada por dos meses; entreno en la mañana, luego colegio, luego entreno otra vez en la tarde y en la tarde noche un poco más de colegio, pero más que nada mi vida es tenis y estudios”, revela.

Lo cierto es que en cada paso que da, en cada partido, en cada competencia, Déborah se siente respaldada por su familia. “Estoy muy agradecida por su apoyo; en Guatemala sentí mucho el amor de ellos. Toda mi vida lo he sentido, pero la verdad sí me gustó mucho que me hayan apoyado y sentir su amor hacia mí en ese torneo (Copa Galileo) específicamente.

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