El Barça se proclamó campeón de la Copa del Rey tras golear al Athletic Club en un gran partido. Los de Koeman comenzaron dominando, lanzaron al palo en los primeros minutos y acabaron sufriendo para ver portería. Sin embargo, tras el paso por vestuarios, Griezmann anotó el primero y abrió la caja de goles que lideró Messi. La revancha azulgrana por la Supercopa se sirvió en forma de goleada. 4-0
A la noche le faltaba el público en la grada. Por suerte, el tiempo cumplió y dejó en una anécdota la tormenta de agua de la anterior final de Copa. Y, para romper el silencio mayúsculo, un helicóptero sobre el terreno de juego y una expedición de familiares del Athletic que en más de una ocasión se dejó escuchar. En lo futbolístico, Marcelino plantaba su defensa de cuatro y Koeman buscaba el dominio del balón con una línea de tres.
La táctica le funcionó, aunque el gol no llegara en toda la primera mitad. Y es que el Barça se hizo con el control absoluto de la posesión. Hubo ocasiones en las que llegó a rondar el 90%, aunque sin generar las ocasiones de gol suficientemente claras como para romper la igualdad en el marcador. Las llegadas por banda advertían a la zaga vasca y la primera gran oportunidad no tardó en llegar. De Jong la enganchó dentro del área y sacó un remate que se fue al palo. Suspiro en el banquillo del Athletic e ilusión en el del Barça, que veía opciones de dar un golpe en el inicio.
Sin embargo, todo quedaría en esperanzas azulgranas. El Athletic no fallaba en defensa. Líneas bien marcadas y un muro imposible de superar con facilidad para los culés. El desgaste físico sería simplemente defensivo, pues los leones renunciaron incluso a los contraataques. Le bastaba, porque el gol no llegaba en el Barça. Ni las combinaciones de Messi con Griezmann abrían la defensa. Ni las internadas de Messi batían a Simón.
Posesión, posesión y posesión, pero sin gol. El Athletic, además, casi se acercaba con más peligro con una ocasión a balón parado pasados los diez de juego. El marcador, pese a todo, no se movería. La revolución de los 20 minutos iniciales desapareció en el tramo final y, aunque con mucha velocidad, el Barça no logró llegar al área con tanta claridad como en el inicio
