Un gol de Leo Messi mediada la segunda mitad resolvió la eliminatoria de octavos de final contra el Manchester City (2-1) y dio al Barcelona un mes más de crédito, el tiempo que, como mínimo, seguirá vivo en la Liga de Campeones.
Sufrió el equipo del Tata Martino para cerrar un partido que jugó de más a menos y en el que pasó algunos apuros, especialmente al inicio de la segunda parte, cuando el conjunto inglés tuvo sus opciones de darle la vuelta a la eliminatoria.
El astro argentino, sin duda el mejor jugador de la noche, protagonizó uno de sus eslalons memorables antes de quedarse sin fuerzas para batir a Hart y provocó un penalti de Lescott que el arbitro no pitó en estos primeros minutos.
El partido se rompió definitivamente tras la reanudación. Dzeko, recién ingresado en el terreno de juego, puso en serios apuros a Valdés con un disparo seco y un cabezazo que obligó a volar al meta de L’Hospitalet.
Sin embargo, empezaba a dar la sensación de que el partido era definitivamente del City, que cada vez iba a buscar al Barça más arriba. Los azulgranas, con un centro del campo poblado con Busquets, Iniesta, Xavi y Cesc, paradójicamente no tenían el control y empezaban a conformarse con defender por detrás del balón, a la espera de cerrar la eliminatoria en alguna compra.
Pero Messi volvió a avisar que estaba de vuelta, esta vez al aprovechar un error de Lescott al rechazar un pase de Cesc y llevar definitivamente la tranquilidad a las gradas en el minuto 67.
El conjunto de Manchester se desinfló a partir de entonces, más aún cuando el árbitro, quizá por compensación, obvió otro penalti, esta vez de Piqué a Dzeko, una jugada que encima que acabó costándole la segunda amarilla a Zabaleta.
Luego llegaría el gol de Kompany en el último minuto de partido, inútil salvo porque sirvió para volver a señalar al Barça, y el de la victoria, obra de Alves, en el tiempo añadido.