Ya sabemos el día en el que hablaremos de los jugadores de los New England Patriots que están en contra de las políticas de Donald Trump: el 19 de abril.
Será entonces cuando los Patriots visiten la Casa Blanca como campeones de la Super Bowl LI. Esta recepción protocolaria de los equipos campeones por parte del presidente de los Estados Unidos de América es algo tradicional en el deporte de ese país. Ahora ha adquirido un nuevo componente político, del que solían estar desprovistas, por la polarizante figura de Trump. Cada ausencia va a ser examinada con lupa.
Los propios jugadores, en su inmensa mayoría afroamericanos, así lo quieren. De momento, Dont’a Hightower, Devin McCourty y Martellus Bennett ya han anunciado que se perderán el viaje y, además, han dejado claro que lo hacen como forma de protesta por las políticas del mandatario o, al menos, por sus declaraciones y actitudes.
No es nuevo que algunos jugadores decidan saltarse este acto. El propio Tom Brady, quarterback de los Patriots, decidió no acudir a alguna de ellas, en ese caso con Barack Obama como inquilino de la Casa Blanca, por problemas de agenda.
Parece dudoso que la gran estrella no vaya en esta ocasión. Es pública y notoria su amistad con Donald Trump, así como también lo es la de Bill Belichick, entrenador de los Patriots, y Robert Kraft, dueño de la franquicia. A los tres les encantaría que el 19 de abril no tuviese connotaciones políticas y fuese una visita de cortesía más, pero no tendrán esa suerte porque muchos de sus compañeros, y todos los periodistas, querrán saber el posicionamiento de cada cual.
Es por eso que la noticia de la visita de los Patriots a la Casa Blanca es diferente. Y marca el inicio de lo que puede estar por venir. En la NBA, por ejemplo, la oposición a Trump es enorme, y está por ver qué sucede con los futuros campeones. Sin duda, como pasará el 19 de abril, será más subrayado quién falta, y por qué motivos, que quién va a visitar al presidente estadounidense.
