Argentina se debate entre el fatalismo y la convicción. Hay consenso tanto en que su Selección juega muy mal como en que, a pesar de la falta de victorias, la Albiceleste irá al Mundial.
Las heridas dejan a Bauza al límite de lo tolerable. Ha estado al frente en 5 partidos de Eliminatorias, solo sumó una victoria y dos empates. Al técnico le cuestionan la falta de una idea clara, la elección de los nombres y el manejo de un vestuario habitado por jugadores-cracks con más exigencias que aportes. Futbolistas de contratos millonarios -poco acostumbrados a tener que reponerse ante los golpes- han quedado expuestos a causa de la anarquía imperante.
En medio del naufragio aparece en el horizonte el espejismo de Sampaoli, como candidato a redentor (si accede a hacerse cargo del barco que se inunda). Argentina se convirtió en un equipo con debilidades en todas las líneas: a los problemas defensivos de sumó falta de ideas en ataque. Messi queda aislado y sufre el peso de la soledad en el desorden colectivo.
Colombia es la próxima escala y la posibilidad de que el equipo de Pékerman -en una mala tarde- le permita a Argentina sacar la cabeza del agua (como ya pasó en Barranquilla cuando Martino necesitaba oxígeno). Sumar este martes es fundamental para ambos equipos separados tres lugares en la tabla, pero con solo 2 puntos de diferencia. Un triunfo acomoda de vuelta en la pelea, de ahí que en medio y a pesar de la decepción reinante haya confianza argentina en la clasificación.
