En una jornada en la que los focos apuntaban al gran Usain Bolt y a la final de 100 metros, el sudafricano Wayde Van Niekerk, que en ocasiones se entrena con el jamaicano y que sigue las enseñanzas de una señora de 74 años, Anna Botha, asombró a todos en el estadio Joao Havelange. Fue en la final de 400 metros, en la que el joven atleta de 24 años arrasó a sus rivales con un nuevo récord del mundo: 43.03, 15 centésimas mejor que el registro universal que hasta esta noche de domingo poseía el legendario Michael Johnson desde los Mundiales de Sevilla 1999. El estadounidense narró el carrerón en la BBC y se declaró “fan” del ganador: “Es la nueva estrella mundial del atletismo”.
Van Niekerk, que se había dejado ir en su serie de semifinales (44.45) tras Michael Cedenio, partía desde la calle ocho, sin referencias. Pero el campeón del mundo en Pekín 2015 fue tomando la compensación a sus competidores desde el segundo uno y tras un primer 200 fabuloso se plantó en la recta de los 100 con una ventaja considerable que incluso aumentó. Parecía que su generosidad en el primer tramo de la prueba podría pasarle factura, pero no fue así. Se creció y majestuoso entró vencedor con 73 centésimas de ventaja sobre el campeón olímpico en Londres, el granadino Kirani James, plata con 43.76, y 82 sobre el oro en Pekín 2008, LaShawn Merrit, bronce con 43.85. Mucho nivel.