El Diario Marca escribe una nota sobre la jugadora nacional Ana Lucía Martínez:
Guatemala presume, y con razón, de ser el país de la eterna primavera. En la capital, donde nació y se crió Ana Lucía Martínez, se puede vivir sin abrigo y el calor pocas veces alcanza a ser molesto. En ciudad de Guatemala, la nieve constituye casi un elemento de fantasía. La inmensa mayoría de capitalinos sólo la ve en las películas estadounidenses. De alguna manera puede decirse que forma parte del sueño americano por el que tantos guatemaltecos arriesgan cada año su vida. Quizá por eso, el ayuntamiento de la capital gasta cada Navidad un dineral en colocar un cañón de nieve artificial en la principal avenida del centro histórico. Para generar la ilusión de una Navidad de película.
Ese clima templado es lo que más añora la nueva futbolista del Dínamo de Guadalajara. Por más que sus compañeras tratan de prevenirla de que el invierno aún no ha comenzado, ella no cree que se pueda soportar más frío. Ana Lucía vivió hasta los 23 años en Guatemala y después pasó un año en Houston, donde la temperatura es aún más cálida. El clima es sólo una de las muchas cosas que Ana Lucía desconocía de Guadalajara cuando hace alrededor de dos meses le hablaron de la posibilidad de convertirse en jugadora del Dínamo. «No sabía ni dónde estaba la ciudad», reconoce. No necesitó mucha información para decidirse. Triunfar en el fútbol es su obsesión y sabe que en su país hace tiempo que tocó techo.
El fútbol femenino apenas está empezando en Guatemala y aún persisten prejuicios. Ana Lucía sufrió muchas burlas de pequeña por querer jugar con los chicos. Ella tiene la suerte de tener una madre activista de los derechos de la mujer, que siempre la ha apoyado en su sueño de convertirse en futbolista. De lo contrario, difícilmente estaría hoy en España. Aunque desde pequeña destacó jugando en el colegio, hasta los 17 años no entró a formar parte de un equipo. En su país sólo hay una competición femenina federada y está integrada por 12 clubes. «Nos falta infraestructura porque los equipos tienen muy pocos medios. Las pocas ayudas se las llevan los chicos», lamenta.
Internacional con la selección
Ana Lucía, internacional con Guatemala desde los 17 años, está convencida de que tenía potencial para jugar en el Houston Dash, en el que permaneció varios meses sin llegar a debutar. En su opinión, la perjudicó la táctica excesivamente defensiva del entrenador. Pese a ello, asegura que el aprendizaje fue muy valioso. Otros equipos estadounidenses se interesaron en ella, pero fue el convencimiento del Dínamo lo que la llevó a decidirse. Aterrizó en España a principios de noviembre y el pasado fin de semana debutó frente al Canillas. Pese a la derrota, la delantera guatemalteca confirmó la calidad que se insinuaba en los vídeos que provocaron su fichaje. «Jugó todo el partido y dejó cuatro o cinco acciones muy interesantes», explica Alberto Mendoza, su entrenador.
«Creo que puedo aportar goles y visión de juego, tengo facilidad para generar ocasiones y crear espacios»
La guatemalteca, de 24 años, puede jugar de mediapunta o de ‘9’. Sus mejores virtudes son la velocidad, el desequilibrio y la visión de juego. Pese a su timidez, no oculta que la han comparado con Leo Messi debido a su capacidad de desborde y acepta el elogio orgullosa. Su principal limitación es el aspecto físico, pero Mendoza está seguro de que puede compensarlo con su velocidad y calidad técnica. Ana Lucía reconoce que la ha sorprendido el alto ritmo del fútbol español, pero cree que no tardará en adaptarse. «Creo que puedo aportar goles y visión de juego, tengo facilidad para generar ocasiones y crear espacios», asegura Martínez, aficionada al Real Madrid -visitar el Bernabéu fue una de las primeras cosas que hizo al llegar a España- y fanática de Diego Armando Maradona.
Ana Lucía está muy agradecida al Dínamo por darle la oportunidad de jugar en Europa. Devolver esa confianza en el campo de juego es ahora su prioridad, pero no oculta que su objetivo es convertirse en una de las mejores jugadoras del mundo y que para ello irá donde le den la oportunidad. Mientras tanto, disfruta de la paz y tranquilidad de Guadalajara, muy diferente de la ruidosa y congestionada Guatemala. A pesar del frío, dice, aquí puede pasear tranquilamente a cualquier hora cosa que, lamentablemente, no es posible en su ciudad. Allí existe un grave problema de inseguridad que hace que mucha gente, como Ana Lucía, evite caminar por la calle. Y es que, aunque en el campo no teme a nadie, fuera se confiesa miedosa. «El clima de inseguridad que se vive en Guatemala llegó a provocarme cierta paranoia. Yo iba a todas partes en carro (coche) y vivía con mucho estrés», reconoce. De momento está tranquila. Su intención es que, en España, el miedo lo sientan sus rivales.
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