Nadie mejor que Sergio Ramos para resumir qué significa Neymar en la cabeza de los jugadores del Madrid. “Si se va, un problema menos para nosotros”, se sinceró en Miami después del Clásico de verano. Eso, no otra cosa, era Neymar para el Madrid. Un problema. Su desequilibrio resultó decisivo desde el primer día. En su debut ante el Madrid en la temporada 2013-14, Neymar marcó en el Camp Nou un partido que el Barça ganó 2-1 en el Camp Nou. Recibió de Iniesta, recortó con la izquierda y disparó con la derecha. El balón tocó en Carvajal y despistó a Diego López. En la vuelta fue de nuevo decisivo. Con 3-2 para el Madrid, encontró de espalda a Marcelo, que lo derribó y le hizo penalti. El Barça terminó ganando ese partido por 3-4 con hattrick de Messi, al que ese día Neymar ayudó a convertirse en el máximo goleador de la historia de los Clásicos.
Al año siguiente, temporada 2014-15, volvió a marcar en el Bernabéu. Hizo el 0-1. Suárez cambió el juego y Neymar burló a Carvajal y Pepe. Luego ajustó al rincón izquierdo de la portería de Casillas. Luego se esfumó con el paso de los minutos y el Barça perdió. Neymar no volvió a ser decisivo hasta el 0-4 de la temporada 2015-16. Sin Messi en el once, se echó el Barça a la espalda. Marcó el 0-2 ante Keylor y asistió de tacón a Iniesta en la jugada del 0-3. Su fútbol, brillante aquella noche, desquició al Madrid que, en los días más oscuros de Benítez, acabó a patada limpia contra el brasileño. Isco, suplente y descontrolado a su salida, perdió los papeles y le dio una patada feísima que significó la roja directa. Neymar dio su última asistencia en un Clásico la temporada pasada en el 1-0 de Suárez.
No jugó la vuelta después de su autoexpulsión en Málaga que le costó una sanción por la redacción del acta de Gil Manzano. El Barça recurrió y fue hasta el TAD. Incluso amenazó con hacer viajar al brasileño y alinearlo. A última hora se fue atrás. Neymar lo vio con los toiss en casa y acabó descontrolado con el 2-3 de Messi. De fiesta con los colegas. Así jugó su último Clásico. Cuatro meses después, Neymar ya no está en el Barça. Un escenario que nadie podía sospechar. Menos si no fuiste invitado a la boda de Messi.