La opinión pública está en contra de la realización de los Juegos Olímpicos de Tokio. La comunidad médica de Japón también se opone. El principal asesor médico del gobierno, Shigeru Omi, dijo que era “anormal” realizar la justa olímpica durante una pandemia. Y por ahora solo el 5% de los japoneses se ha vacunado contra el COVID-19.
La revista médica The Lancet advirtió acerca de los riesgos que conlleva la llegada de 100.000 personas del exterior y criticó a la Organización Mundial de la Salud y a otros organismos sanitarios por no tomar posiciones más claras. El New England Journal of Medicine afirmó que la decisión del Comité Olímpico Internacional de llevar a cabo la justa “no se basa en la mejor evidencia científica”.
Numerosos diarios japoneses, incluido el segundo de mayor circulación, pidieron la cancelación de los juegos.
¿Cómo se explica entonces que el COI y el gobierno del primer ministro Yoshihide Suga sigan adelante, ignorando todos estos factores?
Básicamente, hay un “Contrato con la Ciudad Sede” por el cual el COI es el único que puede cancelar el evento. Si lo hace Japón, debe compensar al COI. Es poco probable que el organismo olímpico demande a una ciudad sede, pero seguramente habría un acuerdo compensatorio a puertas cerradas.
Por otro lado, hay miles de millones de dólares en juego. Japón invirtió oficialmente 15.400 millones de dólares, aunque auditorías del gobierno dicen que la suma sería el doble. Y la agencia publicitaria Dentsu, vital en la campaña para conseguir la sede en el 2013, recaudó más de 3.000 millones de dólares en patrocinios locales.
Algunos calculan que la cancelación le costaría al COI entre 3.000 y 4.000 millones de dólares en derechos de transmisión, que representan el 91% de sus ingresos.
Se ha prohibido la presencia de aficionados extranjeros en los estadios y pronto se anunciará si habrá público local.
The Associated Press buscó opiniones de personas dentro y fuera de Japón acerca de la justa, que debe comenzar el 23 de julio
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“Es como un jugador que ha perdido demasiado y sigue apostando. Retirarse ahora confirmaría las enormes pérdidas sufridas, pero de continuar, se aferra a la esperanza de recuperarlo todo”.
—Koichi Nakano, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Sofía.
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“La ciudad que organiza los juegos cede todo el poder al COI. El movimiento olímpico ha tenido 120 años para seducir a la gente, y lo ha hecho con mucho éxito. El COI está fuera del alcance de los organismos supervisores e incluso de los gobiernos de los países sede. Puede violar las protecciones de los derechos humanos de los países con inmunidad, incluido el derecho de los deportistas a acudir a los tribunales locales”.
—Helen Jefferson Lenskyj, socióloga, autora de “The Olympic Games: A Critical Approach” (Los juegos olímpicos: Un enfoque crítico).
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“Por lo que escucho, a la gente del gobierno se le dijo que los Juegos deben realizarse y ese es su único objetivo, para bien o para mal. Esperan poder realizar la justa con pocos tropiezos. Los políticos están al tanto de los riesgos, pero esperan que, una vez que empiecen los Juegos, el público japonés se olvidará de cómo se llegó aquí”.
—Aki Tonami, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Tsukuba.
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“El COI es un club elitista que recibe apoyo de otras elites y de personas —y países— que aspiran a sumarse a esa elite. Es la organización de la que dependen la mayoría de las federaciones deportivas internacionales y comités olímpicos nacionales para su financiación”.
—John Horne, sociólogo de la Universidad Waseda, autor con Garry Whannel de “Understanding the Olympics” (Comprendiendo los Juegos Olímpicos).
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“La oposición política es tan débil que el gobierno puede hacer lo que quiera. Y espera que cuando empiecen los juegos, la opinión pública los apoyará”.
—Gill Steel, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Doshisha.
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“Habrá mucha gente (la televisión, etc.) que tratará de montar un buen espectáculo. (Los organizadores) Tendrán viento a favor si no hay un fuerte aumento en las muertes por el COVID ni ninguna tragedia asociada con el calor”.
—David Leheny, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Waseda.
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“Si hay una catástrofe, con un gran aumento en los contagios del coronavirus, no será responsabilidad del COI. Será el gobierno japonés el que tiene que rendir cuentas”.
—Ryu Homma, escritor, exejecutivo publicitario.
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Yuri Kageyama colaboró en este despacho.