Dejarse dos puntos en el Bernabéu ante un Celta que lucha por eludir el descenso escuece, sin embargo el Real Madrid debería aprovechar la lección como un aviso ahora que afronta el tramo decisivo de la temporada. Los de Zidane, que llevan seis goles encajados en los dos últimos partidos en casa, han perdido la fiabilidad defensiva que tanta solidez les proporcionó. El equipo sigue realizando una presión alta intensa y efectiva que le lleva a recuperar muchos balones cerca del área rival, pero es en su propia área donde los problemas crecen. Marcelo tiene bastante que ver con ello, está claro, aunque cabe pensar que en los partidos decisivos el titular será Mendy. Pero las ansias goleadoras de Sergio Ramos tampoco ayudan porque desordena al equipo con su tendencia a marcharse hacia adelante, en ocasiones con tanta alegría como poco sentido táctico.
Ayer lo hizo en repetidas ocasiones al comprobar que sus compañeros, después de mover bien la pelota de un lado a otro del campo pero sin descolocar a la defensa celeste, terminaban recurriendo de manera machacona a los centros laterales de Carvajal. Sorprende esa falta de recursos ofensivos en un equipo con un ataque compuesto por Hazard, Bale y Benzema que sin embargo no encuentra otra fórmula para superar la defensa rival que la consabida lotería de colgar balones a la olla. Y claro, allá que va Ramos a la carga como el séptimo de caballería…
Le faltó al Madrid lo que le sobró al Celta, dos excelentes pasadores como Rafinha y Dennis que aprovecharon los espacios rivales para filtrar balones peligrosísimos. A falta de que se engrase la sociedad Hazard-Benzema, los de Zidane siguen demostrando que necesitan más contundencia arriba. Por eso mismo no pueden perderla detrás
