Mourinho cortejó este verano privada y públicamente a Bale. Por activa y por pasiva. Con disimulo y sin disimulo. “Si Bale tiene que salir, yo estaré al otro lado de la puerta esperándolo”, dijo en la previa de la Supercopa. Antes, en el amistoso ante el Madrid, le soltó en el túnel de vestuarios del Levi’s Stadium: “No puedo comprarte porque no hablas”. De todo ese show, lo más importante eran los 110 millones de euros que ponía el United.
Mourinho conocía de primera mano la promesa que Florentino y Zidane le hicieron a Mbappé este verano según L’Équipe: “Un miembro de la BBC saldrá”. Y en ese río revuelto, Mou puso la caña, pero no la volverá a poner (al menos a ese precio). Su valor de mercado se está devaluando. 10M€ menos por no disputar el Mundial. Cotizaba 90M€ en Transfermarkt. Ahora va por los 80. Y su inicio de temporada sigue restando. Lejos quedan los 101 millones de euros que desembolsó el club en 2013, según Football Leaks.
En el club algunos se tiran de los pelos. Fue fichado para tomar la bandera que aún sostiene Cristiano, pero las lesiones le han hecho quedar al margen de esa espectativa. Haberle vendido habría sido como reconocer un error del tipo Illarramendi (vendido por la mitad de los 38,9 millones que costó) o Kaká (regalado cuatro años después de pagar 67M€). Con 28 años la esperanza ya no es que supla a Cristiano, sino que la operación económica no aparezca en Forbes como una de las peores.