Por: María José Madarnás
Muchas veces escuchamos las muchas ventajas que realizar alguna actividad deportiva tiene para la salud de nuestros hijos. Es sabido que a nivel físico, el deporte puede contribuir a su mejor desarrollo.
También son conocidas sus ventajas en la salud psicológica, pues el ejercicio físico no solo mejora su bienestar corporal sino mental, ayudando así a prevenir la depresión infantil y demás trastornos similares como la ansiedad, el estrés o la apatía.
Pero los beneficios del deporte no terminan ahí, sino que, además de ser muy positivo en la salud física y mental de nuestros hijos, pueden ser una excelente herramienta para educarles.
La educación no solo consiste en transmitir una serie de conocimientos y destrezas que le valgan al niño o niña para su desempeño futuro en la sociedad. También se trata de que adquiera una serie de valores que le enseñen una ética positiva, que le sea de ayuda y que le conviertan en un adulto solidario y generoso.
En muchas ocasiones este incluso es el objetivo educacional más difícil de todos.
El deporte, si se practica con el criterio adecuado, es un ámbito de la vida donde muchos valores pueden hacerse valer, por lo que es una buena escuela para enseñar una ética que trascienda las canchas deportivas y que nuestros hijos puedan aplicar en el día a día.
- Los deportes fomentan el reconocimiento a la autoridad.
En casi todos los deportes hay que respetar la figura del árbitro. Y en muchos, además, hay que respetar al entrenador. El reconocimiento de esta situación facilita que el los niños se acostumbren con más naturalidad a aceptar la autoridad de padres y profesores.
- Los deportes ayudan a desarrollar una correcta autodisciplina.
Un buen deportista tiene que anteponer su interés deportivo a sus caprichos. Tanto a la hora de alimentarse como a la de planificar su tiempo de ocio, es necesario que tenga en cuenta cómo sus actos pueden influir en su rendimiento deportivo. Si se trata de un deporte de equipo, esos sacrificios serán más llevaderos porque se comparten entre los miembros de la escuadra.
- Los deportes de equipo contribuyen a fomentar relaciones más fuertes entre compañeros.
Repartir las distintas funciones del equipo entre los jugadores hace que los integrantes de la escuadra reconozcan el valor singular de cada uno de ellos. En estos equipos suelen generarse lazos de amistad sólidos y que pueden ser duraderos de por vida. También puede ayudar a los padres a combatir las peleas entre sus hijos si los hermanos forman parte del mismo equipo o usando la analogía “equipo-familia”.
- Instruye en los niños en la importancia del esfuerzo a largo plazo.
Para alcanzar un progreso constante en un deporte es necesario el compromiso a largo plazo. De nada sirve empezar con muchas ganas si a las pocas semanas tenemos desinterés por seguir o dejamos de esforzarnos. Los grandes objetivos se consiguen tras un esfuerzo mantenido en el tiempo y nunca por casualidad. Esta lección les será útil para toda la vida.
Hacer deporte no se trata solo de aprender unos movimientos o unas técnicas y respetar unas pocas reglas. No se trata solo de competir contra el rival (de hecho hay deportes donde el verdadero reto es competir contra uno mismo). En realidad, que los niños realicen una actividad deportiva y convertirla en parte de su rutina semanal o incluso diaria, es un compromiso con una serie de valores. Por eso es adecuado escoger aquellos que mejor puedan ayudar a nuestros hijos a convertirse en los adultos que deseamos que sean.