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La historia de Mirna Castellón

Mirna Castellón, una de las promesas del fisicoculturismo guatemalteco, es nuestra protagonista de la semana en la serie de entrevistas para conocer a los atletas que están dejando su huella en el deporte.

Su historia en el fisicoculturismo empezó hace apenas unos años, pero sus ambiciones y sueños de trascender no tienen límites.

Su constancia y disciplina han moldeado su carrera deportiva, de la mano del trabajo técnico de su entrenador Rony Zamora.

Recientemente campeona de la competencia nacional más importante, en el evento Señor Guatemala en la categoría Bikini Fitness, Castellón nos atendió en su lugar de entrenamiento y nos contó sobre su trayectoria en este exigente deporte. 

Resiliencia 

Sin conocer nada sobre el fisicoculturismo, Mirna comenzó a ir al gimnasio en 2018, cuando uno de sus compañeros la invitó a unirse a un evento para la detección de talentos de la Federación nacional.

“Me sorprendí de que me invitaran y decidí faltar a mis clases de la Universidad para ir a la convocatoria del evento en el Parque de la Industria”, recuerda la atleta. 

Aún sin comprender bien la naturaleza del deporte, Mirna cuenta que empezó a ver las presentaciones y sintió pena “porque este deporte es pasar posar y a que a uno lo juzguen por su físico”. 

A pesar de que no iba preparada y sin la indumentaria adecuada, Mirna cumplió con una buena participación en el escenario sin imaginarse que semanas después recibiría la buena noticia de que sería reclutada para el proceso de preselección.

Pero su entusiasmo por comenzar una nueva etapa se vio afectado por el inicio de la pandemia del covid-19, en marzo de 2020. 

“Todo se detuvo, pero como mi entrenador no quería dejar el entrenamiento por estar en la fase de iniciación, empezamos con clases virtuales. Me recuerdo bien que era de lunes a viernes de 4 a 6 de la tarde, durante varios meses hasta que habilitaron el gimnasio a puerta cerrada”, comenta.

El fruto de su constancia y pasión por el deporte la llevaron a ir superando los chequeos con la reserva de la selección de fisicoculturismo y en 2021 tuvo su primera gran oportunidad. 

“Fui a un Campeonato Centroamericano y del Caribe en El Salvador y aún no me la creía. Iba con poca expectativa porque apenas llevaba 10 meses de estar entrenado”, afirma.

Con 21 años tomó parte de la categoría junior en Bikini Fitness y se sorprendió con su resultado de podio.

“Luego de eso me dijo el entrenador que pasaba a formar parte del programa de retención de talento de la CDAG y de la Federación y seguía sorprendida, porque eso significaba apoyo económico para entrenar”, expresa.

Estilo de vida

Mirna admite que el fisicoculturismo es un deporte “de sufrimiento constante” que requiere mucha “disciplina”.

Por lo tanto, define que es un deporte al que se le dedica las 24 horas del día, porque, aunque haya jornada de trabajo, durante las comidas o el tiempo de dormir “también son fases del progreso”.

“Es un proceso lento y que tienes que tenerle mucho gusto para practicar”, añadió.

Para Mirna la parte más difícil de afrontar es la dieta alimentaria: “requiere mucha disciplina, ya que por ejemplo implica comer solo yemas de huevo, pollo, pepino o tilapia”. 

Además, cuenta sobre las peculiaridades del deporte: “toda la preparación del fisicoculturismo es para llevar al cuerpo a un extremo, a situaciones de alarma para bajar la grasa y reducir el agua para deshidratarnos”.

Y la parte más desafiante es “no perder el enfoque”, a pesar de ese sacrificio físico que conlleva estar sin minerales, potasio y sodio. “En otros deportes lo más importante es llegar hidratado, pero en el fisicoculturismo es todo lo contrario”, detalla. 

Realización

Sobre su mejor experiencia en el alto rendimiento, Mirna confiesa: “Quizá para muchos no sea relevante, pero en mi caso fue el Señor Guatemala. Mi desenvolvimiento en el escenario fue todo un proceso, ya que la preparación que es fuerte e incluye maquillaje, arreglo del cabello y accesorios. La puesta a punto duró varios meses. Además, fue especial porque me estaban viendo mi familia y amigos”. 

“Esa competencia era mi deuda pendiente, tenía muchas ganas de hacerlo porque ya había tenido buenas experiencias en el extranjero, pero me faltaba ganar a nivel nacional”, afirmó.

Faceta musical

Dedicarse al deporte de alto rendimiento fue algo inesperado para Mirna ya que durante su niñez no era algo por lo que se apasionaba, a diferencia de la música, su primera gran aspiración.

“Curiosamente no había tenido contacto con el deporte, de pequeña yo estudie música; son mundos muy opuestos. Desde los 12 años estudie diplomados en el conservatorio y luego bachillerato en música y licenciatura en educación musical”, rememora. 

Mirna, quien se especializó en la práctica de la marimba, cuenta que su papá por bromear le decía luego que había escogido las cosas más inusuales para dedicarse, sin embargo, ella siempre estuvo convencida de sus pasiones. 

Pero en el momento en el que Mirna buscaba empezar a ejercer su profesión en la música la pandemia del covid-19 le cambió los planes. 

“Al mismo tiempo empecé a entrenar y realmente en el fisicoculturismo encontré mi pasión y sentido de vida”, afirma.

Una parte fundamental para dedicarse a tiempo completo al fisicoculturismo fue su entrenador, Rony Zamora: “él siempre me decía que yo tenía talento y me recuerdo una frase que decía que si yo quería ser espectadora o protagonista”.

En el deporte Mirna encontró más campo de oportunidad y las recompensas empezaron a llegar rápido. “Además de las competencias nacionales e internacionales en las que pude competir, también me dieron un rol de trabajo en la Federación, primero como asistente y ahora en la dirección técnica”, asegura. 

Equidad 

A criterio de Mirna, la participación femenina en el fisicoculturismo es una lucha constante para ir ganando espacios ya que “por las condiciones fisiológicas y físicas de la mujer, existe una brecha. Nosotras no desarrollamos masa muscular, no oxidamos grasas como los hombres. Entonces tenemos que dar el doble de esfuerzo y consistencia para lograr posicionarnos bien”, admite.  

Por otro lado, dice que “por diversos factores como familiares, de pareja o económicos, la cantidad de mujeres que practican es menor”, pero le alegra ver que poco a poco es notorio como la brecha se va reduciendo.

Sueños

La atleta de 24 años tiene un gran futuro por delante y deja clara sus ambiciones en el alto rendimiento: “Tengo muchas revanchas y promesas. La primera sería intentar ganar un carnet profesional y un campeonato absoluto. Intentar ir a un campeonato del mundo, sería otro de mis grandes sueños. Es lo más alto al que podemos aspirar ya que nuestro deporte no está en el ciclo olímpico”.

Al mismo tiempo, Mirna confiesa que el deporte le ha dejado muchas enseñanzas: “he tenido momentos bonitos, pero también amargos. En una de mis competencias en Ecuador, aprendí a perder y a ser una buena competidora”, afirma.

Además, asegura Mirna ha aprendido a ser resiliente, a tener metas y trabajar con constancia, disciplina y a tomar acción: “a veces me considero miedosa, pero en el deporte he sido valiente y aún con mis temores los he enfrentado y vencido”, asegura.

Por último, Mirna no guarda su sentimiento de emoción cada vez que sube a la plataforma y representa a Guatemala: “Cada vez que he salido a competir es lindo como nuestro país se hace notar y nos reconocen. Me siento orgullosa de llevar los colores azul y blanco. Es algo que nos inculca el entrenador, ya que sabemos que competimos con fondos del deporte que vienen de los impuestos de la gente, entonces también lo veo como un deber”, sentencia.

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