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Gisela Morales; la nadadora no cuelga el traje y mira hacia Managua 2017

Gisela María Morales Valentín es considerada la referente de la natación guatemalteca en las dos últimas décadas. Olímpica en Atenas 2004 y en Pekín 2008, la atleta  se vio obligada a interrumpir el proceso de clasificación a sus terceros Juegos Olímpicos (aspiraba a Rio 2016) debido a una lesión.

A sus 28 años y con la puerta del retiro quizá más cercana, Gisela asume el rol de madre (Ian es su hijo de 3 años) y también encargada de su Academia de natación (se llama Waterproof y funciona en el Colegio Suizo Americano).

Por  la gravedad de su lesión en el hombro izquierdo (ruptura de tendón), que arrastró desde antes de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, no tuvo más remedio que someterse a una intervención quirúrgica, la cual se practicó con éxito el 11 de marzo. Su recuperación y rehabilitación le llevará al menos dos meses.

“El proceso para decidir operarme fue difícil, de llanto y dolor. Para dormir y hasta para cargar a mi hijo”, explicó la tritona especialista en el estilo dorso (posee récords nacionales en los 50, 100 y 200 metros).

“Quería retirarme en los Juegos Olímpicos, pero en el camino uno propone y Dios dispone. Por eso ahora veo los Juegos Centroamericanos de Managua y seguramente competiré. Sé que la Federación contará conmigo y podré apoyar el proceso de nuevos talentos para el Ciclo Olímpico”,  admite Gisela.

Brazada a brazada forjó su nombre

Dentro del agua la nadadora ha dejado un legado de triunfos, marcas y récords que han servido de inspiración para que muchos niños y jóvenes sueñen con brindarle medallas a su país.

“Creo que fui una persona controversial a nivel deportivo. Fui muy comunicativa con lo que estaba de acuerdo y con lo que no. Y esta fue una de las razones que me llevó a estar en la Comisión de Atletas. Mi carrera me ha costado mucho, fui de las primeras en conseguir patrocinios. Abrí muchas puertas para que atletas tuvieran oportunidades. También fui de las primeras en comunicar el embarazo abiertamente y luego volver a la competencia”, relata.

Perseverancia y pasión son palabras que han acompañado la carrera de la deportista que en 2001 saltó al estrellato durante los denominados Juegos de La Paz, la edición de los Centroamericanos celebrados en Guatemala, en los que, con 14 años brilló al haber conquistado cuatro medallas de oro, cuatro de plata y una de bronce.

A decir de Gisela, el mejor momento de su trayectoria lo alcanzó en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003 (en esa edición, con dos bronces en 100 y 200 metros dorso, se convirtió en la primera nadadora guatemalteca en conseguir un podio en ese evento). “Era una niña y no supe valorar las medallas”, recuerda.

En 2004, la “Sirenita” participó a sus primeros Juegos Olímpicos, en Atenas, Grecia y fue la primera atleta mujer en portar la bandera de Guatemala en un desfile de inauguración.

“Fue una bonita memoria. El sentimiento de olimpismo no lo volví a sentir en otro lado. En Grecia (cuna de los Juegos Olímpicos) todo el público estaba enganchado con el espíritu de compartir. En ese entonces era muy extrovertida y no me afectó ser la abanderada, salir al estadio y saludar. En la competencia me fue mal, no como esperaba”, cuenta.

“No tengo nada pendiente en mi carrera. Estoy orgullosa de lo que he hecho, de lo bueno y malo. Muchas personas me buscan por lo que he logrado. He sido una persona muy comprometida con el deporte”, comenta la doble medallista de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez 2010 (con dos récords regionales incluidos en 50 y 200 metros dorso).

En el último Ciclo Olímpico, añadió a su hoja de vida cuatro oros, cuatro platas y cinco bronces en los Juegos Centroamericanos de San José 2013 y una plata y dos bronces en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz 2014. El año pasado en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 logró un sexto y séptimo lugar.

“A los niños y jóvenes les digo que sean pacientes y que nunca se den por vencidos. Yo tuve tropezones, tristezas, pero logré perseverar y no darme por vencida. Como me enseñó mi padre (José Ángel, Q.E.P.D.), las medallas se ganan en los entrenamientos y se recogen en las competencias”, reflexiona Gisela, quien se considera una madre consentidora y exigente.

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