Alfredo Di Stéfano ha fallecido este mediodía a los 88 años de edad en el hospital Gregorio Marañón de Madrid. El presidente de honor del Real Madrid llevaba ingresado desde el pasado sábado después de sufrir una parada cardiorrespiratoria en plena calle y su estado era grave desde entonces. El mundo del deporte se tiñe así de luto por la muerte de la leyenda del club blanco y uno de los mejores futbolistas de la historia
Sí, probablemente el mejor jugador del mundo de todos los tiempos. Y también el más decisivo en los 111 años de historia del Real Madrid. Y eso no es una opinión, es un dato. El club blanco sólo había ganado dos Ligas hasta 1953 y, a partir de entonces, en los once años (53 a 64) que vistió la camiseta madridista consiguió ocho títulos de Liga, cinco Copas de Europa, una Copa Intercontinental, una Copa de España y dos Copas Latinas. Convirtió en realidad los sueños de grandeza de Santiago Bernabéu y el club blanco se instaló para siempre en la elite mundial. Ése es Alfredo Stéfano Di Stéfano Laulhé.
“Mi padre me inculcó trabajar y ser decente en la vida”, siempre ha dicho el hispano argentino.
En lo futbolístico también tuvo una gran escuela. Tras pasar por dos equipos de barrio Once y Venceremos (le llamaban Minellita por su parecido con Minella, un medio centro de River de esa época) e Imán, con 18 años pasa una prueba en el River Plate y allí se completa la formación de un crack. En esa época, River disfruta de La Máquina, una delantera de seda formada por Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau y en el 47 logra entrar en el equipo, tras un año cedido en Huracán. Es entonces cuando el periodista Roberto Neuberger le pone el mote de La Saeta Rubia y se empieza a hacer famoso y habitual un cántico en la afición riverplatense: “Socorro, socorro, se viene La Saeta con su propulsión a chorro”.
El 23 de septiembre de 1953, el argentino debuta con el Real Madrid en Chamartín en un partido amistoso ante el Nancy. El partido se saldó con una derrota (2-4) y con evidentes signos de que el delantero estaba cansado (llegó aquella mañana a Madrid desde Barcelona en tren) y con cinco kilos de más. Cuatro días después, ante el Racing en casa, debutaba en la Liga en la tercera jornada.
En ese ejercicio, además, ya quiso dejar su tarjeta de visita a los máximos rivales del Madrid (Barcelona y Atlético). A los catalanes, anteriores campeones, el Madrid le endosó un claro 5-0 en el Bernabéu con dos goles del argentino. A los rojiblancos los recibió (2-1) con un gol de tacón protestado por fuera de juego en casa y dos en el Metropolitano. Para que todo fuera más espectacular, el Madrid cantó el alirón ante el Valencia, en la penúltima jornada, con un elocuente 4-0 gracias a tres goles de La Saeta Rubia. Espectacularidad más eficacia esa era la fórmula del éxito de La Saeta.
El Madrid era una máquina, cada año más engrasada con los refuerzos que Bernabéu buscó con inteligencia. Alfredo siempre estuvo bien rodeado, pero él marcaba la diferencia. Por eso ganó ocho títulos de Liga, cinco Copas de Europa, una Copa, una Intercontinental y fue cinco veces Pichichi. Siempre dijo que “un partido sin goles es como un domingo sin sol” y para él casi nunca se puso el astro rey.
También hubo alguna decepción, como no jugar un Mundial por la ausencia de España en Suecia-58 y una dolencia en la espalda antes de Chile-62. Y miedo. Sobre todo, cuando el Frente de Liberación Nacional le secuestró tres días en Caracas en agosto de 1963, en lo que fue una copia del rapto de Fangio por parte de Fidel Castro. “Creí que me liquidaban”, dijo Alfredo.
Eso acabó bien. Su estancia en el Madrid, no. Di Stéfano tuvo su epílogo en Viena, con casi 38 años, el 27 de mayo de 1964 tras la final perdida (3-1) ante el Inter. Di Stéfano culpó a Muñoz de esa derrota y éste consideró que su fin había llegado. El de Viena fue el último de los 396 partidos oficiales disputados con el Madrid, 510 (en los que hizo 418 tantos) si se incluyen los amistosos. Tras la final, el Madrid tenía que jugar la vuelta de una semifinal de Copa con el Atlético y Alfredo vio con sorpresa cómo Muñoz no le incluyó en la lista de convocados. El técnico no tuvo la delicadeza de decirle que ya no contaba con él. Bernabéu no quiso desautorizar a su entrenador y le ofreció quedarse en el club “de cualquier cosa”. No aceptó Di Stéfano y se fue al Español. Después ya nada fue igual.
Decidió aceptar una oferta del Español donde sería entrenado por Kubala (declinó una oferta del Celtic de Glasgow). La Liga 1964-65, curiosamente, comenzó con un Español-Real Madrid y Di Stéfano debutó ante sus ex. Era el 13 de septiembre de 1964. Los blancos ganaron 1-2. En su primera temporada en el Español hizo siete goles en 24 partidos. En su segunda campaña y última, marcó cuatro tantos en 23 encuentros y dejó el fútbol.