Faberson Bonilla es un joven tímido pero con ímpetu. Decidido y soñador. Hace unos 10 años que el patinaje se atravesó en su vida y, desde entonces, ha formado una dupla inseparable con sus patines. Hoy cuenta con dos medallas panamericanas como sus logros deportivos más preciados y su historia apenas comienza.
Bonilla nació en Livingston, Izabal, y es el menor de cuatro hermanos. Creció en un ambiente deportivo, ya que su padre, Mynor Bonilla, jugó en la Liga Nacional de Fútbol de Guatemala y luego trabajó en el Complejo Deportivo de Livingston.
Su primer contacto con el patinaje de velocidad sucedió en el complejo de su municipio, en las clases impartidas dos veces por semana por la entrenadora uruguaya Mónica Benítez.
Tras unos meses de práctica y luego de ver su potencial, Benítez obtuvo el permiso de sus padres para entrenarlo en Puerto Barrios durante los recesos de Semana Santa, medio año y en las vacaciones.
Cuando Faberson no entrenaba con Mónica, practicaba con su padre. Ese esfuerzo y dedicación lo llevaron a conseguir sus primeros triunfos en certámenes internacionales, cuando ganó dos oros en el XV Campeonato Centroamericano en 2015.
“Es un niño educado, responsable, voluntarioso, por eso hemos logrado los resultados que hemos tenido. Es muy respetuoso, estoy muy contenta con él porque, aunque de niño no entendía mucho sobre el deporte, conforme creció entendió la importancia de no rendirse y no faltar a los entrenamientos”, comentó su entrenadora.
