Guastatoya ascendió por primera vez en su historia en el torneo Apertura 2014 y en 224 partidos jugados durante estos 4 años, ha logrado lo que ningún trabuco departamental logró desde que ascendió Escuintla y jugó por primera vez en un equipo no capitalino en 1954, ganar 2 títulos de Liga consecutivos luego de llegar a 4 finales, una situación impensable cuando dio sus primeros pasos en la Mayor. Cómo lo consiguió pareciera en un caso de estudio, de esos hermosos que colocan en las Escuelas de Negocios de Administración. Cómo es que lo consiguió después de terminar Décimo en sus dos primeros torneos y tener su colita casi machucada para el descenso. Primero parecía un proceso que gestionado por Ariel Senna se mantendría al menos durante algunas temporadas hasta arriba y colocaría a su estadio, que visto desde la carretera en el kilómetro 75 siempre invita a jugar, en el mapa del fútbol nacional, pero ni sospechas de lo que vendría porque luego fue Cuarto en la clasificación del Apertura 2015 y además llegó a la final por primera vez, que perdió frente a Antigua. Cuando finalizó Séptimo en el Clausura 2016 parecía que las aguas retornaban a su nivel, pero ni por donde pasó el Motagua porque se había quedado en la frontera de la Clasificación, empatado con 3 equipos, en una inédita y emocionante definición de los lugares que ingresaban a la Fase Final.
De allí en adelante fue el sueño hecho realidad de la mano de Amarini Villatoro, uno de los grandes pilares de esta gesta, junto al alcalde Orellana y de eso justamente pensaba cuando los Tigres de Clemson arrasaron a Alabama en la final del Campeonato Universitario de Fútbol Americano, ganando su segundo título en las últimas tres temporadas, como un equipo que solo había ganado una vez en más de un siglo de historia ahora se impone como la mayor fuerza de ese nivel tan competitivo del deporte que dio paso a las grandes instalaciones deportivas en el Siglo XIX. Con ellos fue el entrenador Dabo Swinney el que parece haber abierto el camino a una dinastía, las situaciones de reclutamiento son similares, con dos entrenadores que aunque tienen un buen presupuesto, no es tan grande como el de sus contrapartes, pero que tampoco me digan que no tienen nada y que son de los más pequeños porque eso no me lo trago ni acompañando a la Caperucita Roja por un bosque de la China.
Han tenido ojo para saber que les hace falta y los réditos están más que a la vista, además de una estructura económica coherente de acuerdo a sus probabilidades. Uno viene de un departamento que tenía casi medio siglo de no tocar tabla en la Liga Mayor y el otro, de Carolina del Sur, que no tiene equipos profesionales y con demografías lejanas a las de las grandes urbes metropolitanas. Parece un cuento de hadas gestado en la mente de Hans Christian Andersen, donde la Sirenia le gana al que sea que se le ponga enfrente, por el momento gocemos del liderazgo que ejercen estos dos entrenadores, de lo encumbrado que están sus equipos, de los títulos que conquistan ante los monstruos que les ponen enfrente, que sigan esgrimiendo la espada frente a los Dragones alados que parecen llegar del inframundo de nuestros sueños infantiles y deportivos. Ya quiero que llegue febrero y ver a los guastatoyanos recibir y visitar al Houston Dynamo, que no se acabe el sueño y que me despierte en una final de Concacaf o, bueno, no seamos fanáticamente positivos, al menos en unos Cuartos de Final.