Una mañana, cumpliendo estas semanas de encierro por la Pandemia mundial del Coronavirus, decidí leer una pila de revistas El Gráfico que me regaló Tono Arreaga, entre ellas una que me llamó la atención porque era la conmemoración del debut de Diego Maradona un 20 de octubre de 1976. El entonces semanario argentino publicaba en el 2001 el cuarto de siglo que cumplía entonces el Pelusa de haber debutado en el Torneo Nacional argentino.
No llamar la atención en la Portada de una revista es lo mismo que cuando el narrador, comentarista o entrevistador de un partido de fútbol o de cualquier deporte, abre la transmisión diciendo que el estadio o gimnasio está desolado. Por favor, si lo que necesitamos es enganchar, encender el ánimo, atraer, seducir, perfumar de ese olor que sojuzga los instintos deportivos. Bueno, esa Portada, con un muy joven Maradona y el sugestivo titular me conquistaron hasta la médula, tenía que leerlo, me lo debía comer.
No sólo describían la primera jugada de Maradona, el famoso túnel que muestra la foto y lo hace infundado con una hermosa camisa de Argentinos Juniors de diagonal blanca, al jugador de Talleres y conocido por esa jugada específica, Juan Domingo Cabrera. Casualmente anoche me pasó Pablo Ferrigno, mi compañero de Antorcha, como si fuera el clarividente de Freud en su telenovelesca serie de Netflix. Recordé como de niño revisaba y miraba de arriba para abajo cada foto, con esas revistas que me hablaban de ese deporte del Sur de América, cuyas palabras me lo describían sus magos de la Sala de Redacción como si fueran las divinidades del Olimpo, al final de cuentas lo son en el imaginario colectivo. Es apasionante el recorrido que escriben desde el descubrimiento de Maradona por parte de Francisco Cornejo y su detallada descripción de su ascenso desde los Cebollitas, hasta esa esperada aparición en el campo de La Paternal, ahora llamado estadio Diego Maradona, seguramente sitio obligado de peregrinación para los que cultivan la iglesia Maradoniana.
Sin embargo una de las cosas que más desató mis recuerdos, fue ver en una fotografía a 4 periodistas de El Gráfico que llegaron a cubrir el juego desde Azopardo 579, en ella está Ernesto Cherquis Bialo, Héctor Vega Onesime y un muy joven José Antonio Prieto, uruguayo, quien desde hace casi 40 años trabaja en Chile. Vega calificó el trabajo de Diego con un 7, el campo estaba pésimo y el partido fue intenso. Como olvidar esa clase de periodismo, tan metido en el corazón deportivo, inspirador de las historias más llamativas, descriptivas, relevantes, ese que murió hace unos años en Azopardo y no llegó al siglo de existencia, que habría cumplido el año pasado.