Las gradas del Santiago Bernabéu en el Real Madrid-Getafe han ofrecido el aspecto más desangelado en casi una década. Apenas 48.446 espectadores presentes en Chamartín, la peor entrada en Liga desde el 24 de mayo de 2009, ante el Mallorca, cuando sólo se ocuparon 44.270 asientos del coliseo blanco. Fue el último partido antes de que fichase Cristiano por la entidad como mascarón de proa del proyecto deportivo…
Una pobre presencia de aficionados, precisamente en el primer partido sin el siete, con la que el club ya contaba. Hasta la noche de ayer aún quedaban 6.900 entradas en taquilla y se esperaba que muchos de los socios abonados cedieran sus asientos o directamente no acudieran. Las vacaciones, el horario, el desencanto tras la derrota en Tallin en la Supercopa de Europa y la ausencia del crack portugués se conjugaron para producir una pobre entrada. Muy por debajo del estreno del verano pasado, el 27 de agosto de 2017 ante el Valencia, en el que hubo más colorido: 65.107 espectadores.
De hecho, la entrada ante el equipo azulón es incluso más baja que la peor asistencia de la temporada pasada, ya con LaLiga perdida, en la que acudieron 55.106 espectadores, también ante el Getafe. El promedio de asistencia liguero del curso pasado fue de 66.847 localidades ocupadas por jornada del equipo blanco.