Desde la derrota ante el Celta de Vigo, se ha encendido las luces de alarma en el vestuario del Camp Nou. El equipo de Luis Enrique volvió a encajar cuatro goles por tercera vez en lo que va de temporada (las anteriores fueron ante el Sevilla en Tbilisi y ante el Athletic en San Mamés) y parece claro que lo que sufre el equipo de Luis Enrique va más allá de un mal día en la oficina.
Ha perdido el Barça influencia en las dos áreas, en la propia y en la ajena, donde su registro de goles es impropio de la delantera que tiene y ya sea a causa de la pretemporada o de los problemas físicos de algunos jugadores, hay piezas fundamentales del esquema del asturiano que están lejos de su mejor forma.
Ante esta situación, el técnico blaugrana va a tener que sobrevivir a un durísimo calendario hasta el mes de enero con lo puesto. Y, además, rezar para que nadie de los que están sanos se constipe, se lesione o caiga sancionado. La sanción de la FIFA que impide al Barcelona fichar hasta el año que viene deja al equipo en precario. Los que son tienen la responsabilidad de levantar el equipo.
Ante esta situación no queda otra que pensar en sacar adelante cada partido como sea y tratar que el equipo vaya encontrándose. El inicio de la pasada campaña tampoco fue bueno, pero el equipo logró engancharse a partir de la segunda vuelta a un Messi fabuloso y la entrada en el grupo de Suárez compensó la delantera.
El curso pasado, el Barcelona tuvo también toda la suerte que le está faltando esta campaña con las lesiones. La última, la baja de Jordi Alba en el lateral izquierdo para Vigo el mismo día del partido al levantarse de la cama con un misterioso dolor cervical.