
Inspirar a los más jóvenes a través de sus experiencias en el deporte, es una de las grandes satisfacciones que ha tenido Ana Isabel Ovalle Cajas en su corta trayectoria como jugadora de tenis de mesa.
Nada ha sido fácil en la vida deportiva de la atleta de 19 años, quien con determinación y fuerza de voluntad ha salido adelante en busca de sus metas.
La estudiante de la Universidad Del Valle, asegura que este año tiene como objetivo primordial hacerse un lugar en el equipo femenino que tome parte de los Juegos Centroamericanos Guatemala 2025 y seguir creciendo como seleccionada nacional.
Irradiando jovialidad, Ana se tomó el tiempo para hablar sobre su rol de atleta y estudiante, las dificultades que ha afrontado en su carrera, las lecciones que le ha dejado el deporte y la disciplina en sus entrenamientos.
Un curso de vacaciones que cambió su vida
Ana cuenta que junto a su hermano, Samuel David (atleta con discapacidad), recibieron una invitación de una amiga de su madre que trabajaba en la Federación para probarse en un curso de vacaciones.
“Tuvimos que convencer a mi mamá, porque no nos quería dejar venir y al terminar el curso nos gustó y queríamos seguir llegando, pero ella nos puso de condición de que teníamos que sacar buenas notas en el colegio”, recuerda.
Ana admite que pasaron muchas dificultades para poder seguir practicando tenis de mesa: “Mi familia no estaba muy de acuerdo ya que lo veían como un hobbie. Luego, ya cuando lo tomamos con seriedad, teníamos que pedir muchos permisos en el colegio para las fechas de los torneos”.
Como muchos atletas de su edad, Ana padeció las consecuencias de la pandemia del covid-19: “Entrenamos en casa, haciendo retos en línea y teníamos que grabarnos haciendo la práctica”, rememora.
Lejos de desalentarse, Ana tenía claro su camino: “ya en los torneos juveniles, tuve buenos resultados. Mientras mi hermano, que había empezado como convencional, empezó a ir a torneos como jugador de paratenis de mesa”, asegura.
Exigencia académica y deportiva
Ya como parte de las selecciones juveniles, Ana reconoce: “la competencia es dura, con un nivel muy alto. Y por mis estudios en la universidad (cursa segundo año de la carrera de International Marketing and Business Analytics en la UVG) me cuesta llegar al 100% en el entreno”, dice.
En un momento de su vida, Ana confiesa que se vio en una encrucijada: “tenía la presión de mi familia para elegir seguir el deporte o mis estudios. Y yo misma entré en ese dilema, pero finalmente le dije a mi mamá que quería seguir disfrutando del tenis de mesa y a la vez con la Universidad”, reconoce.
Ana afirma que siempre busca el mejor rendimiento académico y también deportivo, para cumplirle a sus entrenadores.
“Llevo mi vida al máximo, madrugo, entreno, estudio, voy al gimnasio, hago tareas. Mi entrenador ha hecho milagros para que yo pueda adaptarme a mi tiempo en la Universidad y en la Federación”, añade.
Sobre sus metas a corto plazo, Ana se refiere al evento fundamental del año: “próximamente tendremos el torneo selectivo para conformar el equipo que competirá en los Juegos Centroamericanos y mi objetivo es ganarme un lugar”, afirma.
Su mejor lección en el deporte
Para Ana el deporte no se reduce solo a competir y entrenar, ya que a través de las actividades sociales que realiza la Academia Olímpica Guatemalteca encontró otro propósito que ha impactado en su vida.
Todo comenzó con el acercamiento que su hermano tuvo con el también paraatleta Leonel Velásquez, quien los invitó a unirse como voluntarios de la Academia Olímpica.
Todo empezó con un viaje como voluntaria a Zacapa, donde tuvo la oportunidad de convivir con niños de escuelas, donde junto a otros atletas contaban sobre los valores que se ponen en práctica en el deporte.
“Me gustó la idea de ir a socializar, interactuar con otras personas y contar mi experiencia como atleta”, asegura.
Y va más allá: “sé que no soy la mejor atleta y nuestro deporte no es el más conocido, pero lo más importante es contar mi historia humana, conectar e impulsar a los niños a que descubran sus talentos”, reconoce.
A través de lecciones grabadas en video, Ana se unió al programa Mi Amigo Olímpico, que pretende compartir los valores del deporte en escuelas del país.
“Esto es lo mejor que el deporte me ha dejado”, resume.
Los desafíos en el tenis de mesa
Ana comparte su visión sobre las cualidades que se requieren para la práctica del tenis de mesa: “lo primero es tenerle amor a lo que se hace. Luego habilidades como la reacción y la coordinación se van adquiriendo. Es un deporte entretenido y que te ayuda a distraerte”, detalla.
Acerca de su desempeño como jugadora aún de la categoría sub19, dice: “no todas las jugadoras progresamos igual, siento que en algún punto estaba estancada y dudé en seguir. Pero acá sigo, con la motivación de mi mamá, que me viene a ver y animar”, admite.
Ana cuenta cuáles son las claves para sobreponerse a los malos momentos: “tengo fuerza de voluntad y a pesar de todo tengo que ser constante. Es difícil seguir después de los bajones, el trabajo con mi psicóloga me ha ayudado mucho”, asegura.
Además, agradece el apoyo recibido desde que superó la prueba para entrar a la Federación: “desde el comienzo tuve acceso a los gimnasios CENAD, consultas con nutricionista, fisioterapia, médicos y psicólogos”, finaliza.
