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Allan Maldonado, el karateca audaz

Su pasión por las artes marciales comenzó imitando Goku, el personaje de la serie de animé Dragon Ball. Y veinte seis años después de haberse unido a la Federación nacional de karate, Allan Maldonado es uno de los mejores exponentes de esta disciplina.

Cumpliendo uno de sus sueños, Maldonado ganó recientemente su primera medalla en Campeonatos Panamericanos de karate-do, bronce en la edición disputada en Punta del Este, Uruguay.

En la madurez de su carrera deportiva, Allan destaca por su valentía dentro del tatami y por su disciplina y ganas de aprender en los entrenamientos. 

Maldonado charló con CDAG sobre cómo ha sido su trayectoria en el alto rendimiento, las lecciones que le ha dejado el deporte y acerca de sus metas pendientes. 

Panamericano con sabor a gloria

Allan sabe que se requiere de paciencia y perseverancia para conseguir los objetivos que se propone. Prueba de ello fue el tercer lugar en el podio logrado en el Panamericano disputado en mayo pasado en Uruguay. 

“Fue un proceso de años; un logro que siempre quise porque en cada evento que compito tengo la ilusión de ganar. El bronce fue especial porque fue en la semana de mi cumpleaños, estaba emocionado y sentí que era mi momento”, resume sobre su primera conquista en eventos continentales de la WKF. 

Entre sus logros, Allan remarca además la medalla de bronce conseguida el año pasado en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile. 

“Tengo una repisa en mi casa con todas mis preseas. Le agradezco a mi familia por el apoyo, no es fácil tener un atleta en casa. Agradezco a la Federación, a la CDAG, COG y mi entrenador”, dice a manera de reflexión. 

El karateca que supera adversidades 

En el camino al éxito, Allan también ha tenido momentos de dificultad en los que ha tenido que mostrar resiliencia. 

“Antes de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018 tuve una lesión fuerte que me afectó mucho el ánimo. Pensé que no iba a poder ir a los Juegos; sabía que tenía potencial para una medalla. Pasé un mes de recuperación con bota y entrenaba hasta sentado. Pero con esfuerzo y algo de dolor logré llegar a los Juegos y gané oro”, recuerda con nostalgia.

De ver animé en la TV a enfrentar a rivales 

Allan recuerda cómo se inició en el karate-do: “tenía cuatro años cuando fui a entrenar a la Federación, gracias a una decisión acertada de mis padres. De pequeño me emocionaban las artes marciales, porque era seguidor de Goku (personaje de la serie de Dragon Ball) por eso quería practicarlo”, cuenta.

 “De pequeño soñaba con muchas cosas y con el tiempo se me fueron dando”, añade y reconoce que “al principio me daba miedo por los golpes recibidos. Pero me emocionaba enfrentar a los más grandes. Eso me motivaba y me sigue motivando. Me esforzaba a dar lo mejor, ponía atención para seguir aprendiendo”, asegura.

Lo que para Allan empezó como un “juego”, luego se convirtió en su pasión, para representar como karateca a su país y a su dojo.

Aprendiendo a los golpes

Allan admite que sus fortalezas como karateca son su “valentía” y “disciplina”, ya que sin importar el adversario a enfrentar lo afronta sin miedo y brinda el 100% de su esfuerzo en cada combate.

También afirma que para dedicarse a la práctica del karate se necesita “mucho esfuerzo para aprender las técnicas, para usar las piernas, los brazos, los derribos y estrategias. Hay que tener paciencia, porque se mejora con el tiempo”, recalca. 

El atleta doble medallista de oro en Juegos Centroamericanos y del Caribe (en Barranquilla 2018 y San Salvador 2023), reconoce que no es un atleta flexible, pero lo compensa con los derribos, con frialdad para manejar la presión en situaciones adversas en los combates.

La práctica del deporte le ha dejado lecciones, asegura Allan: “me ha enseñado el valor del compañerismo, porque me gusta apoyar e inspirar con mi ejemplo a los más jóvenes”.

Su vida en el alto rendimiento

Dedicado en cuerpo y alma al karate, Allan disfruta del proceso, pero sabe que se deben sacrificar muchas cosas: “Es un reto muy grande que implica entreno y una fuerte preparación física, para estar fuerte y potente. Tenemos trabajando técnico-táctico, que lo llevamos gracias al excelente entrenador Pavel Reyes. Y además el control de peso con la nutricionista que nos hace controles constantes”, afirma.

Allan, estudiante de la licenciatura en gerencia de negocios, aspira a seguir dando logros para Guatemala: “Me faltan grandes metas. Quiero ser campeón de Juegos Panamericanos, ya que estuve cerca en Santiago. También quiero una medalla en el Mundial del otro año”, dice con ambición. 

En el plano personal, afirma que una de sus metas es: “tener algún día mi propio dojo (gimnasio para enseñar karate) y dedicarme a formar atletas. El karate no es solo competir, porque ayuda a desarrollar carácter y disciplina; a una formación integral de las personas”, concluye.

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