Resulta difícil decir qué resulta más impresionante: Ver a Mike Tyson fumando marihuana de una pipa o atestiguar una de sus prácticas en un gimnasio, como si se estuviera preparando para chocar de nuevo contra Evander Holyfield.
Videos de Tyson en esas dos actividades están disponibles en internet, tal vez porque el exboxeador es tan bueno para promoverse a sí mismo como lo fue alguna vez para noquear adversarios.
Pero será deseable que el otrora monarca de los pesados esté al tanto de una gran diferencia entre los actos que realizó en cada uno de los videos.
Quizá fumar marihuana no lo mate. Pero volver al cuadrilátero a los 53 años podría hacerlo.
Tyson no ha anunciado plan alguno para pelear de nuevo, aunque sí sugirió en Instagram que estaría disponible para exhibiciones de tres o cuatro asaltos si le pagan lo justo. Y algunas personas en Australia hablan ya de la posibilidad de ofrecerle un millón de dólares para participar en un combate de exhibición ante uno o dos astros del rugby.
Si internet sirve como una guía de algo, queda claro que hay interés todavía por Tyson. El video que lo muestra en el gimnasio no sólo fue visto nueve millones de veces en unos días, sino que ha generado una oleada de comentarios sobre cuánto poder le puede quedar en los puños al boxeador retirado.
Y hay que admitirlo: Tyson se ve bien, sigue siendo explosivo y poderoso incluso a su edad. En las fantasías de algunas personas —quizás en las de él mismo— luce suficientemente bien como para aceptar otra pelea real en la división de los pesados si alguien estuviera dispuesto a ofrecerle millones de dólares.
“Él no había peleado con los guantes y los pads durante casi 10 años, así que no esperaba ver lo que vi”, dijo a ESPN el entrenador Rafael Cordeiro, en referencia al video. “Vi a un chico con la misma velocidad y poder que chicos de 21 o 22 años”.
Tyson sabe destacarse en este tipo de prácticas. El entrenador Cus D’Amato dirigía a Tyson en su adolescencia, e ideó un sistema de números para cada golpe que el incipiente púgil lanzaba.
D’Amato los recitaba, mientras un asistente sostenía los pads y Tyson lanzaba derechazos o izquierdazos en respuesta a lo que se le pedía.
Miré a Tyson entrenar para buena parte de sus mayores peleas, y hacer sesiones de pads con un entrenador fue siempre parte de su preparación. Para ser sincero, no parece muy distinto en el video que grabó a los 53 años que durante las peleas cuando tenía 23 y era monarca mundial.
La velocidad sigue siendo impresionante. El poder sigue pareciendo auténtico.
Pero eso es cuando nadie responde a sus golpes.
Tyson publicó el video con una etiqueta en la que proclamó que es “todavía el hombre más perverso del planeta”. Sin demora, sus seguidores respondieron con pronósticos de que su ídolo será de nuevo campeón de la máxima categoría.
Desde luego, es un disparate. A su edad, Tyson no podría vencer a un boxeador ordinario de esa división, mucho menos a la crema y nata de una categoría que había recuperado el lustre cuando la pandemia paralizó todos los combates.
Y aunque la gente siga celebrando a Tyson por los nocauts inmisericordes que conseguía en el mejor momento de su carrera, hay que recordar que, en su último pleito, se negó a seguir combatiendo, sentado en el banquillo, hace la friolera de 15 años.
Pero el boxeo volverá. Y Tyson sigue siendo intrigante, incluso para una nueva generación de fanáticos que lo conocen sólo gracias a las historias que cuentan sus padres o a los videos que exhiben sus golpes más poderosos.
Vi de cerca muchos de esos momentos. Yo estaba a un lado del cuadrilátero cuando Tyson se convirtió en el campeón más joven en la historia de los pesados, al noquear a Trevor Berbick en 1986. En 2005, visité Washington y vi también la forma en que Tyson se dio por vencido ante un rival del montón, que no habría sobrevivido un solo asalto ante el mismo contrincante unos años antes.
Entre esos dos episodios, cubrí la ocasión en que amenazó con comerse a los hijos de Lennox Lewis, aquella en que mordió la oreja de Holyfield y todo el recorrido al que nos llevó por el mundo, como quizá no volveremos a ver que alguien lo haga.
Así que me siento autorizado para decir que cualquier fantasía que Tyson pueda tener de pelear otra vez es sólo eso.
Supongo que Tyson no hace sino agitar las llamas de la popularidad con su video más reciente. El hecho es que ha logrado un trabajo notable para encontrar un nuevo camino en la vida después del boxeo. Ha hecho apariciones incidentales en películas, ha montado espectáculos de un solo hombre, ha encabezado un podcast y ahora cultiva cannabis en su Rancho Tyson.
Toda la publicidad es buena cuando eres Mike Tyson. Y él está recibiendo mucha con un video difundido en un momento en que el mundo está hambriento de cualquier deporte.
Otra posibilidad es que él esté fumando tanta marihuana que comience a creer en que es el Tyson de antes.
O tal vez sólo le ha dado hambre.
Y ello, desde luego, haría mucho más apetecible de lo que realmente es una tercera pelea con Holyfield.
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Tim Dahlberg es un columnista nacional de deportes para The Associated Press. Está en Twitter como http://twitter.com/timdahlberg.
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