Reproducimos una nota del diario Siglo XXI relacionado con las porras en Guatemala:
Parados en las gradas; alentando, no, insultando más bien. Entre el desenfreno del supuesto sentimiento por su equipo y evidencias claras del uso y consumo de alcohol y algún tipo de droga, aflora el odio enraizado, proyectado hacia los colores rivales, y que poco a poco se nota que está a punto de estallar en violencia.
Violencia que solo es la máscara del negocio. Así actúan las Barras Bravas, con la excusa de apoyar a un equipo de futbol. Arman una estructura que es fortalecida por jugadores, dirigentes y políticos y sus nexos con los líderes de estas agrupaciones. Así pasa en Sudamérica, y así se replica aquí.
El dorsal X, el del goleador; dicen que pagó para que lo alentaran, al igual que el ídolo extranjero. Hay quienes se sienten tan poderosos que se autoproclaman la autoría de fichajes de ciertos jugadores o la destitución de otros.
En Argentina, el experto en estas bandas, Gustavo Grabia, explica que un líder puede ganar mensualmente hasta $20 mil en aquel país, y por eso ve un futuro oscuro en el que la violencia podría trasladarse al jugador, y como única solución indica que “se deje de apoyar económicamente al barra brava. Sin negocio no hay motivo para alentar”, enfatiza. Aquí seguimos ese camino. Somos muy nuevos, allá empezó en los años 60, aquí en los 90.
La Ultra Sur, Barra Brava de Comunicaciones, por ejemplo, ya no es liderada por sus fundadores; ahora está dividida en células, con un líder en cada sector de la ciudad y, según una fuente interna, es apoyada por los directivos albos y un patrocinador que les llega a dar hasta 150 entradas en cada partido para que las vendan en sus subgrupos.
Se reúnen club y barra, cada semana, coordinando el ingreso al estadio; algo que fue negado tajantemente por el plantel albo, por medio de su gerente Cristian Cáceres (Lea: Niegan apoyo).
La U5C de Municipal, surgida con gente de la antigua Caldera del Diablo y la Ultra Roja, era patrocinada por el Gobierno por medio de spots en su programa radial. La evidencia está ahí.
Tal es el grado de injerencia de estos líderes y sus seguidores, que algunos jugadores, que prefieren el anonimato, afirman las preferencias de la barra hacia algunos colegas, a cambio de favores. O los ataques personales, descalificadores, en caso contrario.
Las más estructuradas
Las dos agrupaciones mencionadas son el modelo que siguen otras en este país. En los equipos departamentales también existen; sin embargo, el punto álgido y la referencia puede centrarse en estas dos y en las de Xelajú: Sexto Estado y la Curva (del Diablo) con las que, en ocasiones, la directiva ha coordinado actividades, como en el partido del 12 de octubre de 2011, ante Comunicaciones, en el que unos 10 integrantes del Sexto Estado ingresaron a la gramilla para utilizar extintores para “darle colorido” a la entrada de su equipo; un apoyo que se hizo con los rostros tapados y que evidenció, cuando se les quiso tomar fotografías, el nivel de impunidad del que gozan al amenazar si las tomas se realizaban.
El resultado fue, al final del partido, una bomba en la banca crema, muy cerca de dañar a los jugadores y lanzamientos de pedazos de concreto a jugadores, periodistas y policías.
¿Por qué actúan con violencia?
Un barra brava tiene el deseo del consumo y en el deporte encuentra una temporal liberación de estupefacientes, adrenalina y alcohol que juntos condicionan al cerebro y lo predisponen a ser violento, según los sociólogos Erick Dunning y Norbert Elías.
Los problemas de relación y la frustración de un individuo socialmente, hacen que la balanza de su autoestima se nivele con la violencia y consumo de sustancias.
La sensación de tener el poder y de marcar un territorio los hace actuar, confirman los expertos.
El psicólogo de la Confederación Deportiva y Autónoma de Guatemala, Fernando Avendaño, considera que la violencia en las Barras Bravas se da porque en grupo el ser humano cambia la mentalidad. “Se dan varios fenómenos, se contagian las emociones con facilidad, esto hace que las personas individuales que no son violentas, sean estimuladas a serlo. Además hay anonimato; el sujeto actúa por cuenta del grupo y se da la conciencia de no estar actuando solo”, explica el psicólogo.
Además, Avendaño agrega que la actitud del barra brava “refleja un problema de carácter social. En el estadio ve una forma de escape que no tiene que ver con deporte”.
La pertenencia e identidad hacia un club se da porque “uno identifica algún carácter emocional o algún valor”. Esta pertenencia podría ser positiva “teniendo líderes deportivos que reproduzcan valores”; sin embargo, el problema es que “los grupos reflejan a las sociedades”, expone.
Origen
Siempre han existido los aficionados al futbol; los apasionados. Sin embargo, fue en la década de los 60 cuando en Argentina se les denominó Barras Bravas a los grupos organizados que apoyan a un equipo a toda costa, sin importar la violencia.
En 1958, el diario argentino La Razón había denominado a un grupo barra fuerte, por el asesinato de un policía en un partido de Vélez y River Plate. En Guatemala, los grupos unidos empezaron a finales de los años 80. La primera banda en aparecer fue la Ultra Roja, fundada en 1988; luego, en 1996, surgió la Caldera del Diablo, ambas de Municipal. Ahora, ya unidas, son la U5C. Mientras tanto, en 1997 se fundó la Ultra Sur, de Comunicaciones. Después ese modelo de “apoyo” se trasladó a algunos equipos departamentales.
El dinero manda…
Gustavo Grabia, periodista argentino
Estos son extractos de diferentes entrevistas a Gustavo Grabia, periodista argentino con 18 años de experiencia en el tema de Barras Bravas, quien escribió el libro: La 12, Historia de la Barra Brava de Boca, en el indica que la gente común acepta las barras y que los barristas lo hacen por negocio.
¿Hay aceptación cultural de los barras?
Sí. La gente se pone en contra cuando hay un muerto o un hecho de violencia muy atroz, pero después le encanta tener su barra, que grite que va a matar a los otros. La gente común que va a la cancha admira a los barras, adora su aguante.
La gente común entonces, ¿es seguidora de las barras?
Sí. Eso tiene que ver con varios procesos. Por un lado la gente ya no tiene ídolos; esos jugadores que estaban en el club por años, salvo alguno que esté por ahí.
El 80% de los jugadores no sabe parar la pelota, y el que sabe hacerlo dura apenas un año. Cuando te identificas con él, lo sacan. Y entonces volteas a ver a la tribuna y al único que ves siempre es al de la Barra Brava, y es difícil explicarle a la gente que están ahí por negocio, que su aguante es porque tiene un lugar privilegiado.
¿Cuánto les interesa el futbol a los barras?
Lo primero que les interesa es el negocio que hay alrededor de la tribuna. Lo segundo es su equipo. Los barras son hinchas del dinero.
¿Cuánto puede ganar un barra brava?
En Boca, unos $20 mil al mes. Hay que darse cuenta que no todos ganan; son unas 6 u 8 personas los que lo hacen. Los líderes. Depende del equipo al que apoyan, así ganan, pero de que es negocio en todos lados, lo es.
¿Las barras les sirven a los clubes?
Si no les sirvieran, no las mantendrían. Las usan para la política del club y para apretar jugadores.
Parece que la vida no vale nada en el futbol…
Nos estamos acostumbrando a los muertos. A la sociedad no le sorprende cuando muere una persona. Piensa que no tiene que ver la violencia en el futbol porque el crimen ocurre a 20 cuadras del estadio. Entonces nos vamos a volver a sorprender hasta cuando maten a un jugador que esté por sacar un lateral.
¿Algún día nos olvidaremos de los barras en el futbol?
Seguirán hasta que no haya una decisión política para erradicar a los violentos. Ahora se toman medidas que solo son parches.
Aquí (Argentina) se decidió prohibir la presencia de hinchas visitantes, pero nada cambió. La violencia en el futbol no se va a terminar jamás mientras no exista la decisión política de terminarla. Cuando acaben los botines económicos que manejan las barras es probable que termine.
Por dentro…
Reuniones, directrices, prebendas; los grupos se constituyen en entes con autoridad y autonomía, pero que obtienen recursos (de distinta índole) de parte de los equipos.
La organización es como la de una empresa o las famosas clicas de las maras. La Ultra Sur, por ejemplo, se divide en sectores (peñas), para controlar y organizar la llegada al estadio local o para organizar un viaje cuando se juega de visita.
Cada peña tiene su líder, entre sus rituales está reunirse unas 5 horas antes de cada juego, entre cervezas y churrascos, para organizar la entrada al estadio.
Hasta hace un año, el núcleo estaba formado por fundadores y líderes quienes “tenían contacto con la directiva del club, para saber la forma en que serán ingresadas las banderas, bombos y trapos para recibir al equipo; papel picado, extintores (rellenados de talcos no tóxicos), bengalas de luz y humo”, objetos que, según el reglamento de la Liga Nacional, son prohibidos.
Hoy por hoy, el 50% de los fundadores ya no pertenece a la Ultra Sur, pero el contacto, según la fuente, se mantiene con la directiva. “Se reciben de 80 a 150 entradas; estas son vendidas a los miembros de la barra. Otras son regaladas por uno de los patrocinadores”, explica.
Además, según el informante, los equipos departamentales también contribuyen. “Se llega a un acuerdo: que te den las entradas a mitad de precio o comprar unas 200 para repartirlas. La mayoría de veces si te das cuenta, no hay agentes de seguridad donde se coloca la barra y se pueden ingresar los trapos y bombos fácil”, finaliza.
Niegan apoyo
Este acuerdo entre barra y club es negado rotundamente por Comunicaciones. “Nosotros no le damos ni un solo boleto. Tenemos registros en los que se demuestra que todos pagan”, asegura Cristian Cáceres, gerente albo, quien añade: “Que ellos consigan boletos de cortesía en el mercado negro, es otro asunto”.
El directivo crema aprovechó para indicar que ellos apoyan al buen aficionado. “Como institución velaremos para que el próximo torneo pueda entrar el aficionado a los partidos de local como lo estipula el reglamento y respetaremos y apoyaremos el no ingreso de las Barras Bravas”, finaliza.
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