Las tradiciones de Fin de Año definen un universo de creencias, tradiciones e influencias culturales. El último día del año es una fecha especial para los latinoamericanos. En esas 24 horas podemos apreciar todo tipo de rituales, tradiciones, cábalas, supersticiones que se repiten de país en país, porque, aunque seamos diferentes, nuestra identidad tiene elementos culturales comunes, heredados de las raíces hispanas, africanas y amerindias.
Muchos, el 31 de diciembre, se reúnen en familia; otros prefieren recibir el Nuevo Año en un bar o discoteca, bailando y tomando, rodeados de amigos, en un ambiente festivo; mientras, no son pocos los que optan por pasear por las calles, para disfrutar de las luces y los fuegos artificiales que inundan los cielos, justo cuando el reloj da las 12 campanadas.
¿Cuáles son las tradiciones de Fin de Año más curiosas en Latinoamérica? PanamericanWorld les propone acercarse a prácticas muy interesantes que han pasado de generación en generación.
Comer 12 uvas, a las 12 de la noche, con el sonido de cada campanada, es una de las tradiciones de Fin Año más populares en Latinoamérica. Esta costumbre vino de España y aquí gustó tanto que se ha mantenido por más de un siglo. Les llaman las uvas de la “buena suerte”, porque al ingerir una, la persona pide un deseo y espera que se cumpla en los siguientes meses. No es una tradición fácil de cumplir, porque entre una y otra campanada solo hay algunos segundos de separación, así que es necesario comer y tragar rápido.
La cena del 31 de diciembre no tiene la misma connotación familiar que la de Nochebuena; pero también es una de las tradiciones de Fin de Año con más arraigo en la región. El menú varía de país en país.
Para muchos es infaltable un plato de lentejas. Esta idea vino de Europa y se asocia con la abundancia y riqueza para el año venidero. Algunos comen una cucharada de lenteja y, al mismo tiempo, dibujan un signo de peso en un calendario, para así “atraer prosperidad”.
En Cuba, por ejemplo, el 31 de diciembre es común que las familias coman cerdo asado, acompañado por arroz moro o arroz con frijoles negros, yuca, ensaladas y cervezas. Los venezolanos tienen predilección por su hallaca y el dulce de cabello de ángel, uno de los postres artesanales más deliciosos que se prepara en ese país; mientras, los panameños prefieren arroz con pollo, tamales de pollo, ensalada de papas y pan de pasas.
Los mexicanos incluyen en su cena platos como el pavo relleno, bacalao a la vizcaína y romeritos, rellenos de queso y camarones, en salsa de mole. En Costa Rica preparan la melcocha, que es un postre espectacular, y una bebida hecha con huevos, que llaman “rompope”; mientras, a los argentinos les encanta comer en esta fecha ensalada rusa, huevos y tomates rellenos y no podía faltar un gran asado.
La selección de la vestimenta es una de las tradiciones de Fin de Año más coloridas en Latinoamérica. En varios países de la región, como México, Perú y Ecuador es muy común que las personas estrenen ese día ropa interior amarilla, para así invocar prosperidad y abundancia.
En Chile, la tradición indica que esa ropa interior debe ser regalada; mientras, otros prefieren utilizarla al revés, ya que garantizarían un año con mayor pasión. En Uruguay, Argentina y Brasil no pocos prefieren comenzar el año con prendas interiores de color rosado.
El blanco es habitual en la ropa de los brasileños el 31 de diciembre. Muchos visten con ese color para lanzar en las playas ofrendas a Yemayá, considerada la diosa del mar. En pequeñas embarcaciones los creyentes colocan flores, frutas, velas, perfumes y papeles con los deseos para el año y esperan que Yemayá escuche sus plegarias y les otorgue paz y prosperidad.
Construir un muñeco con materiales inflamables, vestirlo con ropas viejas y darle fuego, en la medianoche del último día del año, es otra de las costumbres más celebradas en Latinoamérica.
En Ecuador, por ejemplo, se ha convertido en un evento muy atractivo para los turistas. A los muñecones hechos de aserrín o papel periódico los llaman “monigotes” y, antes de quemarlos, las personas los golpean con un cinturón para decir adiós a todo lo malo del año y comenzar con buena suerte el nuevo.
En otras partes de Latinoamérica, los muñecos se confeccionan con un gran parecido a personajes negativos del año. Entonces, el hecho de prender en llamas a estos muñecos funciona entre los ciudadanos como una forma de catarsis social. Los colombianos suelen colocar en los bolsillos del muñeco notas con los malos recuerdos de los pasados doce meses. El fuego consumirá esas notas y, simbólicamente, las dificultades quedarán en el pasado.
Uno de los rituales de purificación más llamativos es el de lanzar, justo a las 12 de la noche, un cubo de agua por la ventana o hacia la calle. Esta es de una de las costumbres más populares en Cuba y la idea es limpiar la casa de todas las cosas negativas que ocurrieron en el año que termina.
En Puerto Rico y Uruguay también lanzan agua a la calle, para así limpiar el camino del año que apenas comienza; mientras, a medianoche, los mexicanos barren sus casas y piden que las malas energías abandonen ese hogar.
Una de las celebraciones de Fin de Año más curiosas de Brasil es la de saltar por encima de siete olas, justo a la medianoche. Ante cada salto, se pide un deseo a Yemayá, por lo que esta es una tradición también muy vinculada con la raíz cultura africana de los brasileños.
En Nicaragua no son pocos los que, como celebración del Año Nuevo, se bañan en ríos, lagunas o en el mar, para así sentirse más limpios y atraer buenas energías.
Viajar es uno de los deseos más habituales entre los latinoamericanos. Por tanto, en la mayoría de los países de la región existe la tradición de, a las 12 de la noche, salir de la casa, con una maleta cargada con todo lo que se lleva en un viaje, y darle una vuelta a la cuadra. Este ritual tiene sus peculiaridades. Por ejemplo, en varias partes las personas cuando salen del hogar, con su maleta, deben dar un portazo, para, al mismo tiempo, atraer el viaje y espantar las malas energías. Algunos simplemente dan la vuelta a la cuadra, entre gritos y saludos de los vecinos, pero otros optan por correr, con la maleta a cuestas, para así, supuestamente, tener más viajes el año venidero.
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