Nunca he jugado contra defensas tan altos, ¡eran muy grandes!». La frase, pronunciada por Timo Werner, flamante delantero del Chelsea, no tardó en hacerse viral. Sorprendió la sinceridad con la que uno de los mejores atacantes del momento admitía sus dificultades para explotar sus virtudes debido a las fortalezas en la complexión del contrario. Con frecuencia se asegura que el fútbol está virando hacia un juego que prioriza lo físico sobre lo técnico y se ponen ejemplos de éxito reciente como la Selección Francesa, el Liverpool o el Bayern, equipos que han sabido conjugar jugadores tan talentosos como atléticos. Quizá tras la frase de Werner exista una conclusión más sencilla: si el cuerpo del ser humano evoluciona, ¿cómo no lo va a hacer el del futbolista?
Werner se enfrentó a Dunk, 1.92 metros de altura; Webster, 1.90; White, 1.85; o Bissouma, 1.82. Todos ellos con envergaduras de consideración, que se añaden a las otras capacidades físicas propias de un deportista profesional: resistencia, velocidad, capacidad de reacción, coordinación. Werner, que no marcó, pugnó como pudo en esa montaña que fue para él la defensa del Brighton, independientemente de que ganara el Chelsea. El alemán, que mide 1.81 y pesa 75 kilos, se vio engullido por el adversario. Su reconocimiento posterior generaba una pregunta sobre si hay diferencias corporales entre las ligas. ProFootballDB ha pulsado estaturas y pesos en su base de datos y encuentra reflexiones interesantes.
Werner, curiosamente, proviene del campeonato en el que habitan los jugadores más grandes, si por grande se asume que lo es el que concentra más centímetros y más kilogramos. En promedio, el profesional que compite en la Bundesliga alemana presenta registros físicos relativos a la altura y el peso superiores a los del resto de grandes torneos ligueros del continente. De menor a mayor, nos encontramos la siguiente fisonomía: LaLiga, Ligue 1, Premier League, Serie A y Bundesliga.
En 2016, la revista científica ‘eLife’ publicó un informe sobre la estatura de la población mundial más detallado hasta la fecha en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Imperial College London y otros 800 investigadores de todo el mundo. Se escrutaron las alturas medias de las personas que tuvieran 30 años en 2014 y en 1914, con una muestra de más de 18 millones de ciudadanos de más de 200 países. Los varones han crecido alrededor de 10 centímetros de media en un siglo. Intervienen factores socioeconómicos, alimenticios, médicos y tecnológicos en este estirón. Más ricos, más altos. Los varones miden hoy día en promedio 171.19, con una estatura unificada para hombres y mujeres sin sesgo de nacionalidad que apenas llega al 1.65. De hecho, por orden, solo los hombres de República Checa, Islandia, Serbia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Dinamarca, Letonia, Estonia, Bélgica y Países Bajos superan en la actualidad los 1.80 metros. Los cálculos señalan que los jugadores de las grandes ligas están bastante por encima de esos registros.
El peso ideal para un hombre, según fórmulas como las que utiliza Nancy Clark en su obra ‘La guía de nutrición deportiva’, debe ser de 48.0808 kilos para los primeros 152.4 centímetros y 1.0071476378 kilos por cada centímetro extra. Esto nos dice que un hombre de 1.80 metros debería pesar aproximadamente 77.65 kilos. Este dato variará en función de las complexiones, si son más delgadas o más gruesas. En el fútbol de élite cambian ligeramente estos rangos.
Tras echar un vistazo al prototipo del ‘top 20’ de ligas en Europa, la primera observación que debemos hacer es que cualquiera de las 15 que siguen a las grandes estaría entre las cinco primeras por altura. La media en ningún caso baja de los 181 centímetros. El Viejo Continente hace gala de jugadores muy físicos. Se destaca de entre todas la danesa, que completa su retrato robot con juventud (24,2 años) y 75,99 kilos de peso. A la herencia vikinga hay que sumarle, como ya vimos en un informe anterior, la apuesta por jugadores africanos para la faceta del gol.
La Liga Suiza aparece como la más pipiola (24.14 años) y Turquía tiene la más veterana (26.56). Des los 74.03 kilos de Portugal a los 77.19 de Bosnia-Herzegovina se mueve el baremo del peso.
El gran cambio se aprecia cruzando el charco. Numerosos estudios han subrayado que en las últimas décadas, más allá de un crecimiento importante de la estatura en todo el planeta, los factores, económicos, sociales, índices de pobreza o tipo de alimentación han establecido serias diferencias con América. El fútbol es una evidencia de ello. Solo en la MLS y Brasil se supera el 1,80. Colombia, Argentina, Ecuador, México y Perú andan por debajo. El biotipo de jugar con centro de gravedad bajo y buen tren inferior, de hecho, es el más exportado a Europa y característico del balompié latino.
El diferente modelo se completa con un perfil de jugador más ligero, que se mueve entre los 71.14 kilos y los 74.83. Jugadores veloces y habilidosos. También más envejecidos, a lo cual contribuye que los grandes talentos salgan a edad muy temprana. En un segmento que no baja de los 26 años de media, el pico lo marca la Liga Ecuatoriana con 27.38.
Dentro de un fútbol que se hace más multirracial, echamos un vistazo al reparto de nacionalidades en las ligas ‘top’. Como era de esperar, la propia es la nacionalidad que manda en cada una. Si bien el componente autóctono es mucho más acusado en LaLiga, donde un 64.42% de jugadores son españoles. La Premier League, en cambio, está en el otro extremo (35.75%). Curioso dato habida cuenta de la tradición de que el futbolista inglés solo explota sus condiciones en casa.
El ranking de las cinco primeras nacionalidades arroja un total de 15 (nuevo europeas, cuatro africanas y dos americanas). La conclusión es que los franceses son los únicos presentes en las cinco grandes. A los españoles tan solo se les resiste el protagonismo en la Ligue 1 y en la Bundesliga. Considerando campeonatos de otros continentes, Brasil está muy presente; únicamente en Alemania queda fuera de las posiciones de honor.
La Serie A es la más cosmopolita de todas, pues en ella quedan concentradas hasta 66 banderas diferentes entre los 596 jugadores que la conforman. LaLiga, la que menos (55).
Existe un alto componente histórico de influencia en cada país más allá de la particular política deportiva que aplican sus diferentes clubes. El paradigma lo expone la Ligue 1. Tras Francia, la segunda nacionalidad más presente es la brasileña (4.03%). A partir de ahí, llegan Senegal, Costa de Marfil, Mali y Argelia para aglutinar el 11.29% de jugadores y dejar claro que el colonialismo francés en África se traslada a su fútbol.
Tampoco es casualidad que Austria aparezca como el pasaporte más común en la Bundesliga (6.21%) después de Alemania o que Suiza (3.52%) esté en quinto lugar. Los hilos tradicionales de Italia con Brasil, Argentina y España se dejan sentir (suponen el 13.26% de representatividad) o el cordón ibérico con Portugal en LaLiga.
En el plano de la anécdota queda que haya representantes de campeonatos de ínfimo nivel, como Mauritania, Guadalupe, San Cristóbal y Nieves, Benin, Comoras o la Guayana Francesa.
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