Como cada día bajo un sol sofocante, Ahymara Espinoza acude a entrenar en un polvoriento campo de béisbol de su pueblo natal de San José Barlovento, en el centro de Venezuela.
Pero no para empuñar un bate o colocarse un guante. Sin apoyo sostenido de las autoridades deportivas venezolanas o un entrenador, Espinoza se esfuerza por mantenerse saludable y mejorar su técnica para el lanzamiento de bala, la disciplina que práctica desde se enamoró del atletismo a los 11 años.
Los retos han sido mucho desde entonces, pero lo vivido entre 2020 y 2021 ha sido lo más duro de su carrera deportiva.
Lo más difícil del último año fue no perder el ánimo en momentos que era abrumada por múltiples obstáculos que le impidieron participar en torneos internacionales, por la crisis venezolana y la pandemia de coronavirus.
Recién en el miércoles, el Comité Olímpico Venezolano confirmó en Twitter que Espinoza se clasificó a los Juegos Olímpicos en virtud de su ránking. Será su segunda participación olímpico, ya que también estuvo en Río de Janeiro 2016.
Pero esta clasificación fue obtenido desafiando la adversidad.
La suspensión de muchos torneos por un lado y la falta de fondos por el otro, la obligaron en septiembre pasado a interrumpir su preparación en Eslovenia. Al volver a Venezuela, no recibió apoyo alguno para continuar su preparación, por lo que se vio forzada a entrenar por cuenta propia.
“Lamentablemente, no sé qué pasó; no he contado con ese apoyo”, dijo Espinoza a The Associated Press.
Durante los últimos nueve meses, la atleta de 36 años ha entrenado en solitario.
En ocasiones, esa soledad no se evidencia a simple vista. Queda rodeada de jugadores aficionados de béisbol, quienes deben estar atentos para no ser golpeados por una de las pesadas balas que Espinoza arroja en precarias condiciones como parte de su entrenamiento.
“Un atleta de alto nivel no trabaja en las condiciones que yo trabajo. Hace falta ese equipo multidisciplinario para trabajar y lograr el objetivo que es ganar”, dijo.
En su anterior ciclo para participar en Río 2016, entrenó desde un año antes en Eslovenia. En contraste “ahora fue más difícil por la pandemia, porque no tengo el apoyo, porque estoy entrenando sola”, acotó la ganadora de la medalla de oro en los Juegos Bolivarianos de 2013 en Perú y medallista de plata en los Juegos Sudamericanos de 2018 en Cochabamba
“Esa ha sido la diferencia de Río y Tokio”, aseveró. Quedó 19na en Río.
Más allá del entrenamiento también está “la lucha del día a día, del sustento de la casa”, dijo.
Como otros deportistas venezolanos, Espinoza tuvo que realizar otros oficios para su manuntención.
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