El fichaje de Malcom al Barcelona fue uno de los secretos de mercado mejor guardados por el club catalán en muchas temporadas. En apenas 24 horas, el club pasó de bloquear su traspaso a la Roma a cerrar un acuerdo con el Girondins de Burdeos y con el delantero. Pero, la operación, empezó a fraguarse a principios de julio.
“Siento una sensación única”, repitió en dos ocasiones Malcom. El nuevo fichaje barcelonista no pudo describir con palabras sus emociones. “Alegría” es la otra palabra que utilizó para exteriorizar su estado de ánimo. Y es que defender el escudo del Barça “es un sueño de infancia”, añade el atacante brasileño después de aterrizar en Barcelona y realizarse las pruebas físicas.
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Hace 15 días, el Barça se reunió con los agentes de Malcom. La secretaría técnica disponía de buenos informes del jugador y viendo que el Chelsea no rebaja el precio de Willian, decidieron ya entonces trasladar aquel día una propuesta en firme. En el Camp Nou tenían a los dos jugadores controlados. Monchi, el director deportivo de la Roma, supo, sin embargo, llegar a un acuerdo rápido con los representantes y también con el club francés. Creía tenerlo todo bien atado, con las condiciones pactadas a expensas de la revisión médica, un último y rutinario trámite. Atado, pero no firmado. Un error que permitió al Barça reaccionar y enderezar el rumbo ‘in extremis’ y a toda velocidad’ en 24 horas. El ex del Corinthians pasaba a ser el número uno y se actuó en consecuencia.
Abidal y Ramon Planes se movieron con celeridad, uno trabajando con el Girondins y el otro, con los representantes. Seguían las instrucciones de Valverde, que quería un jugador de banda sí o sí y Malcom puede jugador en las dos. De hecho, Tottenham, Everton, Inter y Roma pujaban por él. El Barça había subido la oferta. La Roma creía tener un acuerdo por 32 millones más cuatro en variables, así que el club azulgrana subió su propuesta hasta los 41 millones más otro como variable.
